Jueves, 13 de febrero, 2025
Hernández, Daniel

Las nuevas tecnologías se han utilizado para falsificar voces y descontextualizar información, es necesaria la educación para contrastar la verdad activamente


En un mundo donde la información viaja más rápido que la verdad, la desinformación se ha convertido en un fenómeno global con consecuencias devastadoras para la colectividad, la salud pública y la confianza social. En Venezuela, este problema se agrava por la crisis del sistema mediático tradicional y las restricciones impuestas por el gobierno. Frente a este panorama, el Observatorio Venezolano de Fake News (OVFN) ha emergido como un faro de esperanza en la lucha contra la desinformación. En entrevista para Amnistía Internacional Venezuela, Andrés Cañizales, director del OVFN, nos habla sobre los desafíos y logros de esta batalla desigual.

Nacido en medio de la desinformación

El OVFN nació en 2019 como una respuesta a la preocupación de periodistas y comunicadores frente a la proliferación de noticias falsas en Venezuela. "La desinformación no es un problema nuevo, pero en los últimos años ha tomado una dimensión alarmante", explica Cañizales. Durante la pandemia de COVID-19, el observatorio reafirmó su propósito, consolidándose como una plataforma de verificación de datos.

El OVFN no trabaja solo. Forma parte de la red latinoamericana LATAM Chequea y colabora localmente con iniciativas como Cazadores de Fake News, Es Paja y Cocuyo Chequea. Además, ha participado en proyectos como C Informa, fortaleciendo su impacto en la lucha contra la desinformación. "Nuestro objetivo es claro: combatir la desinformación y empoderar a los ciudadanos con herramientas para discernir entre lo verdadero y lo falso", afirma Cañizales.

Desvirtualización de la información, un fenómeno en expansión

Para el OVFN, la desvirtualización de la información se refiere a la pérdida de calidad de la misma, un fenómeno que conlleva a la desinformación. Cañizales explica que este problema se ha potenciado debido al aumento del tiempo que las personas pasan en redes sociales, donde el consumo de información está más asociado a la búsqueda rápida del clic en estas plataformas, que a la profundidad que daban los medios de comunicación tradicionales.

En Venezuela, esta situación se agrava por la crisis del sistema mediático tradicional, afectado por decisiones políticas que han debilitado el alcance y la variedad de opiniones en la radio, la televisión y los periódicos. "A diferencia de otros países, donde los medios tradicionales siguen siendo fuentes confiables, en Venezuela el contenido falso prolifera y se difunde con mayor facilidad", señala Cañizales. Esto se debe, en parte, al uso de nuevas tecnologías que facilitan la creación y difusión de información manipulada.

Las nuevas tecnologías son un arma de doble filo

El uso de Inteligencia Artificial (IA) y herramientas como los deepfakes ha añadido una capa de complejidad al problema de la desinformación. Aunque en Venezuela el uso de IA vinculada a la desinformación es aún incipiente, Cañizales destaca que se han detectado casos en los que se falsean voces o se manipulan contenidos creados originalmente para otros contextos.

Un ejemplo reciente es el contexto postelectoral del 28 de julio, donde las nuevas tecnologías se utilizaron para desvirtuar, manipular y engañar. "Fue un campo propicio para la desinformación", afirmó Cañizales. Además, el bloqueo de redes sociales como X y, más recientemente, TikTok, ha dificultado aún más el acceso a información veraz y el contraste de fuentes. "Es un trabajo arduo estar informado en Venezuela", comenta, refiriéndose a las restricciones y desafíos que enfrentan los ciudadanos.

Desinformación y democracia: un clima poco propicio

El último proceso electoral en Venezuela estuvo marcado por la desinformación, el bloqueo de contenido, la detención de periodistas y otras amenazas que generaron un clima poco propicio para la democracia. Cañizales señala que la relación entre la información y la democracia se ve severamente afectada en este tipo de contextos, donde la desinformación se utiliza como herramienta para manipular la opinión pública.

"En un entorno donde la información veraz es escasa y las redes sociales están bloqueadas, es difícil para los ciudadanos tomar decisiones informadas", explica. Esto no solo afecta los procesos electorales, sino también la capacidad de la sociedad para exigir rendición de cuentas y participar activamente en la vida política.

El trabajo del fact checking

El OVFN y Cotejo realizan una labor de periodismo contra la desinformación, aunque Cañizales la describe como una "pelea de David contra Goliat". Esto se debe a que la desinformación tiende a viralizarse más rápido, circular con mayor velocidad y tener un impacto más inmediato que los desmentidos. "La gente repite y consume desinformación porque responde a lógicas psicosociales y emocionales de control y manipulación", explica.

A pesar de estos desafíos, el OVFN mantiene un enfoque periodístico riguroso para contrastar, responder y combatir la desinformación. Sin embargo, Cañizales reconoce que hace falta un mayor desarrollo en el área educativa. "Necesitamos un impulso grande de otras organizaciones no periodísticas para llevar la educación contra la desinformación a las escuelas y liceos", afirma. El objetivo es cultivar una cultura del fact-checking (verificación de datos) y fomentar una mirada crítica hacia los contenidos que se consumen.

El OVFN ha realizado varios talleres en este sentido, pero el desafío es ampliar su alcance y capacidad para llegar a más personas a nivel nacional. "Ese es el reto no solo para nosotros, sino para todas las organizaciones con este propósito", comenta Cañizales.

Un camino lleno de desafíos

Para el futuro, Cañizales prevé una expansión de la desinformación, impulsada por el avance tecnológico y la falta de regulación de las plataformas digitales. "La desregulación de las plataformas digitales con respecto a la desinformación es un problema global que seguirá afectando a Venezuela", advierte. Por ello, el trabajo del OVFN y otras iniciativas similares será cada vez más crucial para contrarrestar este fenómeno.

La lucha contra la desinformación y las noticias falsas en Venezuela es una batalla desigual, pero no imposible. A través de su enfoque periodístico y su compromiso con la educación, el Observatorio Venezolano de Fake News busca empoderar a los ciudadanos para que puedan discernir entre información veraz y falsa, incluso en un entorno tan complejo como el venezolano. Sin embargo, como bien señala Cañizales, esta lucha requiere de esfuerzos coordinados y una mayor conciencia social. "La desinformación no es solo un problema de los profesionales de la comunicación, es un problema de todos", concluye.