Viernes, 30 de julio, 2021
Amnistía Internacional pide a la comunidad internacional, y en especial a los países más ricos como Reino Unido, que compartan con urgencia las dosis de vacunas no utilizadas y tomen otras medidas concretas para abordar seriamente la desigualdad global de vacunas
Mientras Nepal y muchos países más siguen luchando con una crisis sanitaria catastrófica, Amnistía Internacional y el actor Michael Palin piden al gobierno de Reino Unido que redistribuya urgentemente vacunas contra la COVID-19 para garantizar que quienes corren más riesgo —con independencia de donde vivan— pueden recibir una inyección vital.
En Nepal, más de 1,4 millones de personas en situación de riesgo recibieron su primera dosis de la vacuna Oxford-AstraZeneca en marzo y debían haber recibido la segunda a principios de junio. Sin embargo, los suministros previstos no llegaron al país debido a la escasez mundial de vacunas, por lo que el plazo se amplió hasta julio. Tras un llamamiento a la comunidad internacional, Japón se comprometió a corregir esta deficiencia. Pero, a menos que el mundo haga algo más, la falta de acceso a las vacunas contra la COVID-19 seguirá dejando atrás a Nepal y a muchos países más en la lucha contra el coronavirus.
Michael Palin, que se ha unido al llamamiento urgente de Amnistía Internacional, ha declarado:
“Tras haber viajado en Nepal y conocer a muchos de sus habitantes, estoy desolado porque más de un millón de vidas corren peligro en este país. Pido al gobierno de Reino Unido que comparta inmediatamente su suministro de vacunas con Nepal y otros países donde las personas que corren más riesgo no tienen acceso aún a las vacunas contra la COVID-19”.
Desde Perú hasta Túnez, pasando por Indonesia y Papúa Nueva Guinea, la COVID-19 ha asolado millones de vidas y sigue causando estragos. Globalmente, se han perdido más de cuatro millones de vidas, los sistemas de salud siguen resquebrajándose bajo la presión y, para la mayor parte del mundo, especialmente donde hay una gran escasez de vacunas, todavía no se ve la luz al final del túnel.
Según las proyecciones, al ritmo actual, se tardarán 57 años hasta que todos los países estén totalmente vacunados y los datos más recientes muestran que el 85% de las vacunas se han administrado en los países más ricos, mientras que sólo un 0,3% lo han sido en países de bajos ingresos. Países como Reino Unido, que compraron dosis suficientes para vacunar tres veces a toda su población, deben hacer ya lo que les corresponde para resolver la desigualdad global de vacunas.
Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional, ha manifestado:
“Reino Unido ya ha inmunizado totalmente a más del 50% de su población en aproximadamente seis meses. En cambio, Nepal, inmerso en otra ola mortal de COVID-19, sólo ha podido vacunar con la pauta completa al 3,97% de su población y no ha recibido las entregas programadas. Estas cifras muestran la gravedad de una desigualdad imperdonable. Las naciones ricas no pueden seguir volviendo la cabeza sin más mientras se incendia la casa de su vecino. No estamos hablando en abstracto: estamos hablando del derecho a la vida de las personas.
“Lamentablemente, la iniciativa digna de aplauso de Japón, que se ha comprometido a enviar 1,6 millones de dosis a Nepal en las próximas semanas, no es más que un remedio momentáneo y no una solución global. Los dirigentes deben darse cuenta, más pronto que tarde, de que a los virus no les importan las fronteras. Necesitamos que la comunidad internacional actúe con más audacia, sobre todo Estados ricos como Reino Unido, la Unión Europea, Canadá y Estados Unidos, que tienen dosis sin utilizar, gran parte de las cuales podrían caducar en cualquier momento. Deben hacer lo correcto, deben poner en marcha con urgencia un plan integral para redistribuir de forma justa estas dosis en el mundo. Mirando hacia el futuro, Reino Unido y otros países deben también renunciar a sus derechos sobre la vacuna para garantizar la multiplicación de la producción a fin de satisfacer la demanda global".
Nepal no es más que uno de los numerosos países que sufren actualmente una gran escasez de vacunas. La crisis de abastecimiento sólo puede resolverse a largo plazo con la adopción de medidas críticas para abordar la desigualdad vacunal, y eso incluye presionar a las empresas farmacéuticas para que compartan sus conocimientos y tecnología al mismo tiempo que garantizan que los derechos de propiedad intelectual no son una barrera para aumentar la producción global.
Amnistía Internacional pide a la comunidad internacional, y en especial a los países más ricos como Reino Unido, que compartan con urgencia las dosis de vacunas no utilizadas y tomen otras medidas concretas para abordar seriamente la desigualdad global de vacunas.