Jueves, 15 de abril, 2021
“El gobierno tiene la responsabilidad de garantizar que ningún niño ni niña se queda atrás. La educación es un derecho humano y el gobierno debe garantizar que todos los niños y niñas tienen acceso a una educación básica en un entorno sin violencia ni amenazas de ataques”, ha declarado Osai Ojigho
- No se han rendido cuentas por los crímenes contra niños y niñas cometidos por Boko Haram y otros hombres armados.
- Más de 600 escuelas, cerradas por temor a secuestros.
- Las autoridades no protegieron las escuelas a pesar de varios secuestros.
En Nigeria, decenas de miles de niños y niñas no están recibiendo educación porque las autoridades siguen sin proteger las escuelas de los ataques de insurgentes y otros grupos armados, especialmente en el norte del país, ha dicho hoy Amnistía Internacional.
Hoy se cumplen siete años del secuestro de 279 alumnas de una escuela de Chibok por el grupo armado Boko Haram. La mayoría de las niñas escaparon o fueron liberadas después, pero más de un centenar permanecen cautivas. En Nigeria ha habido más secuestros masivos de escolares donde cientos de niños y niñas han muerto o han sido víctimas de violación o “matrimonio” forzado, u obligados a unirse a Boko Haram. Esto ha motivado el cierre de cientos de escuelas, con desastrosas consecuencias para la juventud en una región donde la inseguridad ya es extrema.
“Las autoridades de Nigeria no han protegido al alumnado frente a los recientes ataques a escuelas, lo cual demuestra claramente que no han aprendido nada de la tragedia de Chibok. La única respuesta de las autoridades para proteger a la población escolar, amenazada por insurgentes y hombres armados, es cerrar las escuelas, poniendo cada vez más en peligro el derecho a la educación”.
“Entre diciembre de 2020 y marzo de 2021, hubo informes de al menos cinco casos de secuestros en el norte de Nigeria. La amenaza de nuevos ataques ha llevado al cierre de unas 600 escuelas de la región. Las medidas que están tomando las autoridades para controlar la situación no están funcionando”, ha señalado Osai Ojigho.
En 2018, Amnistía Internacional reveló que las fuerzas de seguridad de Nigeria no habían actuado frente a las advertencias de que combatientes de Boko Haram se dirigían a la ciudad de Dapchi, en el estado de Yobe, donde más tarde secuestraron a 110 alumnas de la Escuela Gubernamental Femenina de Estudios Superiores de Ciencia y Tecnología.
Amnistía Internacional ha documentado al menos otros cinco secuestros de escolares entre diciembre de 2020 y marzo de 2021. La frecuencia de estos ataques demuestra lo inseguros que se han vuelto los centros de estudios en Nigeria, mientras que la falta de rendición de cuentas ante la justicia sólo ha servido para envalentonar a sus perpetradores.
Muchos más secuestros desde Chibok
El viernes 11 de diciembre de 2020, aproximadamente a las 9:30 de la noche, se oyeron disparos en las instalaciones de la Escuela Secundaria Gubernamental de Ciencias de Kankara, en el estado de Katsina, (noroeste de Nigeria).
Según el relato de testigos a Amnistía Internacional, cientos de hombres armados irrumpieron en siete residencias para el alumnado y se llevaron a pie hacia un lugar desconocido a un número de estudiantes que podría ascender a 300, a quienes mantuvieron cautivos durante seis noches hasta su liberación el 17 de diciembre de 2020.
Este ataque nocturno provocó que los gobiernos de los estados de Kano, Kaduna, Zamfara, Jigawa y Katsina ordenaran el cierre de las escuelas, incrementando con ello la ya enorme cantidad de niños y niñas que no asisten a la escuela en Nigeria, y que la ONU cifra actualmente en 10,5 millones.
Un mes más tarde, el 17 de febrero de 2021 a primeras horas de la mañana, 27 alumnos fueron secuestrados por hombres armados en la residencia de la Escuela Secundaria Gubernamental de Ciencias de Kagara (estado de Níger). Todos los alumnos quedaron en libertad el 27 de febrero.
En otro ataque, esta vez el 26 de febrero de 2021, cientos de alumnas fueron secuestradas en la Escuela Gubernamental Femenina de Estudios Secundarios de Jangebe, en el estado de Zamfara. Tras pasar cuatro días cautivas, el 2 de marzo 279 de ellas fueron liberadas.
En marzo de 2021, dos centros de estudios fueron atacados en el estado de Kaduna, en el noroeste de Nigeria, uno de ellos la Escuela Federal de Estudios Superiores de Mecanización Forestal, donde el 11 de marzo fueron secuestrados 30 estudiantes.
Estos terribles ataques contra escolares, profesorado e instalaciones muestran un absoluto desprecio por el derecho a la vida y a la educación tanto de bandidos e insurgentes como de las autoridades nigerianas, que no les han puesto fin.
“Las autoridades nigerianas se arriesgan a tener una generación perdida por no proporcionar escuelas seguras en una región ya devastada por las atrocidades de Boko Haram”, ha afirmado Osai Ojigho.
Ausencia de justicia
Nadie ha sido arrestado ni procesado por los secuestros de escolares en Chibok y otros lugares. La falta de justicia y de rendición de cuentas ha hecho que aumenten los ataques a escuelas, obligando a cerrar los centros de estudios y sumiendo en la desesperación a padres y madres de estudiantes. Las autoridades deben proporcionar medidas de seguridad adecuadas a las escuelas que garanticen la protección del alumnado y el profesorado.
“Ir a la escuela no debe ser algo que puede costarte la vida. El gobierno debe demostrar su compromiso con la protección del derecho a la educación en Nigeria investigando adecuadamente estos ataques y haciendo que sus responsables rindan cuentas”.
Padres, madres y tutores de algunas de las víctimas dijeron a Amnistía Internacional que sus hijos e hijas no regresarían a las aulas porque no consideraban que el gobierno pudiera garantizar su protección.
“Las escuelas no son seguras. El gobierno no es digno de confianza y no lo creemos cuando dice que protegerá a nuestros hijos e hijas”, afirmó un progenitor.
“Algunos de nuestros hijos e hijas están a punto de examinarse, pero no pueden seguir con sus estudios porque las escuelas están cerradas. Y el gobierno no hace nada para garantizar su vuelta a las aulas”, señaló otro.
El peligro de una generación perdida
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) calcula que aproximadamente 10,5 millones de niños y niñas entre 5 y 14 años no están escolarizados en Nigeria.
Tras el cierre de escuelas en todo el norte del país ha aumentado el número de informes de casos de matrimonios prematuros y embarazos precoces de niñas en edad escolar.
Una alumna de 16 años dijo a Amnistía Internacional: “Como muchas de mis amigas fueron secuestradas en la escuela, mis padres decidieron darme en matrimonio por mi seguridad.”
“Millones de niños y niñas están pagando el precio de la incapacidad del gobierno de proteger a la ciudadanía frente a la violencia. Las autoridades nigerianas deben restablecer la seguridad en las escuelas de Nigeria y proporcionar apoyo psicosocial a las víctimas de secuestros y sus familias para permitirles recuperarse del trauma y reintegrarse a la sociedad. Debe elaborarse un plan para garantizar que niños y niñas pueden volver con seguridad a las aulas”.
“El gobierno tiene la responsabilidad de garantizar que ningún niño ni niña se queda atrás. La educación es un derecho humano y el gobierno debe garantizar que todos los niños y niñas tienen acceso a una educación básica en un entorno sin violencia ni amenazas de ataques”, ha declarado Osai Ojigho.
Amnistía Internacional también pide al gobierno que reafirme su compromiso de garantizar el regreso seguro de los niños y niñas que siguen cautivos, incluidas las más de 100 niñas de Chibok, Leah Sharibu, la única alumna de Dapchi que sigue en manos de Boko Haram, y otras víctimas.
Información complementaria
En abril de 2014, fueron secuestradas 276 alumnas de una escuela gubernamental de enseñanza secundaria de la localidad de Chibok, en el estado nigeriano de Borno. Algunas escaparon del cautiverio, mientras que otras fueron liberadas más tarde tras una intensa campaña de organizaciones de la sociedad civil y negociaciones del gobierno.
Sin embargo, más de 100 permanecen aún cautivas, al igual que otros niños y niñas secuestrados en posteriores ataques.