Viernes, 17 de julio, 2020
El autoproclamado Ejército Nacional Libio debe revelar la suerte y el paradero de Siham Sergiwa, política y defensora de los derechos de las mujeres libia, que fue secuestrada violentamente en su casa hace hoy un año, ha manifestado Amnistía Internacional. El caso de Siham Sergiwa es un terrible recordatorio de los secuestros, desapariciones forzadas y privaciones ilegales de libertad que siguen cometiendo todas las partes en este conflicto, incluidas las fuerzas del gobierno, las autoridades de facto, las milicias afines a ellas y los grupos armados.
El 17 de julio, decenas de hombres armados, enmascarados y con indumentaria militar irrumpieron en la casa de Siham Sergiwa, en Bengasi, este de Libia, donde el Ejército Nacional Libio es la autoridad de facto. Los atacantes golpearon a su hijo de 16 años y dispararon a su marido en la pierna, antes de llevársela. La noche anterior, Siham Sergiwa había pedido públicamente el fin de la ofensiva del Ejército Nacional Libio sobre Trípoli.
“No se sabe nada de Siham Sergiwa desde la terrible noche en que se la llevaron secuestrada. Esta situación es un recordatorio estremecedor de las consecuencias de expresar pacíficamente críticas en Libia”, ha afirmado Diana Eltahawy, directora regional de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África.
“Instamos al Ejército Nacional Libio a que ponga fin a la angustia de la familia de Siham Sergiwa y revele de inmediato su suerte y su paradero. Los secuestros y las desapariciones forzadas se han convertido en una estremecedora característica del conflicto de Libia, cuya población civil está a merced de las milicias y los grupos armados.”
Los testimonios de testigos presenciales del secuestro de Siham Sergiwa y las fotografías examinadas por Amnistía Internacional indican que una pintada realizada en la pared de su casa prueba que lo perpetró Awliya al-Dam, brigada armada afín al Ejército Nacional Libio. La pintada rezaba: “Awliya al-Dam” y “El ejército es una línea roja”. Además, la presencia de varios puestos de control de la policía militar en torno a la casa de Siham Sergiwa y los testimonios de testigos que vieron a los atacantes llegar en vehículos con el distintivo de “policía militar” indican que el Ejército Nacional Libio fue cómplice o responsable directo del secuestro. El Ejército Nacional Libio niega toda responsabilidad, pero no ha abierto ninguna investigación completa, imparcial e independiente sobre el secuestro de Siham Sergiwa ni ha garantizado su liberación.
Desde que el Ejército Nacional Libio tomó el control de la mayor parte del este de Libia en 2014, Amnistía Internacional ha documentado numerosos secuestros de personas que se oponían o parecían oponerse a él. En algunos casos, las víctimas acaban sometidas a detención arbitraria prolongada, mientras que en otros continúa sin conocerse su suerte, en un clima de temor por su seguridad e informes de muertes bajo custodia.
En Ajdabiya, localidad controlada por el Ejército Nacional Libio y situada unos 150 kilómetros al oeste de Bengasi, Amnistía Internacional ha documentado el secuestro de al menos 11 personas de la tribu Magharba por su presunta vinculación con Ibrahim Jadran, ex líder de la Guardia de las Instalaciones Petroleras, grupo armado rival del Ejército Nacional Libio. Personas que han estado detenidas en las prisiones de Gernada y Al Kuwafiya, controladas por grupos armados aliados con el Ejército Nacional Libio, han contado a Amnistía Internacional que las torturaron, las tuvieron recluidas en condiciones inhumanas y le negaron todo contacto con el exterior durante el tiempo que pasaron allí. Continúan sin conocerse la suerte y el paradero de al menos cuatro miembros de la tribu Magharba a quienes hombres armados pertenecientes a la Agencia de Seguridad Interna-Ajdabiya, grupo aliado con el Ejército Nacional Libio, se llevaron secuestrados entre abril y mayo de este año.
Angustiadas familias que buscan a sus seres queridos en las prisiones y otros centros de detención y personas que han estado recluidas han expresado la frustración que les produce la falta de reparación y justicia, repitiendo: “Nos basta con Dios, que es el mejor gestor de nuestros asuntos”.
“Ninguna autoridad por encima de la autoridad de las Fuerzas Especiales de Disuasión”
En el oeste de Libia, controlado por el gobierno de Acuerdo Nacional, reconocido por la ONU, Amnistía Internacional ha documentado desapariciones forzadas perpetradas por varias milicias afines al Ministerio del Interior debido a la afiliación real o presunta de las víctimas o a sus críticas. Entre estas milicias se encuentran las infames Fuerzas Especiales de Disuasión, la Brigada de Revolucionarios de Trípoli, la Brigada Bab Tajoura y la Brigada Abu Selim. Algunas de las víctimas pasan meses o años sometidas a desaparición forzada antes de que las pongan en libertad o les permitan ponerse en contacto con sus familias por primera vez.
Amnistía Internacional ha documentado cómo las Fuerzas Especiales de Disuasión han capturado a personas simplemente por haber nacido en el este del país. Uno de estos casos es el de un hombre en cuyo pasaporte se indicaba que era de Bengasi, a quien abordaron en el aeropuerto de Mitiga, controlado por las Fuerzas Especiales de Disuasión, y llevaron a prisión, donde fue torturado y estuvo sometido a desaparición forzada durante casi cuatro años. Lo liberaron a mediados de 2019, sin haber abierto en ningún momento un procedimiento judicial contra él.
Según personas que han estado detenidas, familiares de otras aún desaparecidas y activistas de los derechos humanos, las Fuerzas Especiales de Disuasión se niegan sistemáticamente a revelar el paradero de las víctimas a sus angustiadas familias.
El gobierno tiene en nómina a las Fuerzas Especiales de Disuasión, que están supervisadas oficialmente por el Ministerio del Interior.
Como en el este del país, familiares de víctimas de desaparición forzada y detención arbitraria han dicho a Amnistía Internacional que hay pocas posibilidades de pedir respuestas o conseguir la liberación de sus seres queridos. Las Fuerzas Especiales de Disuasión hacen habitualmente caso omiso de las solicitudes de la fiscalía de remitir a las personas detenidas a órganos judiciales o dejarlas en libertad, según testimonios de personas que han estado detenidas, familiares y activistas de los derechos humanos e investigaciones realizadas. El 29 de junio de 2020, las familias de varias personas recluidas arbitrariamente en la prisión de Mitiga organizaron una protesta. Al día siguiente, el ministro del Interior se reunió con el jefe de la Fuerzas Especiales de Disuasión y alabó los esfuerzos del grupo por “combatir las amenazas al Estado y los ciudadanos”. Las familias han dicho a Amnistía Internacional que están a merced de las milicias y que “no hay autoridad por encima de la autoridad de las Fuerzas Especiales de Disuasión”.
Amnistía Internacional pide a ambas partes en el conflicto que pongan fin con urgencia a la espiral de desapariciones forzadas, secuestros, detenciones arbitrarias y demás prácticas ilegales. Deben ordenar a las milicias y grupos armados afines a ellas que revelen la suerte y el paradero de todas las personas sometidas a desaparición forzada y a prácticas similares y garanticen que todas las personas detenidas arbitrariamente son puestas en libertad. Las personas sospechosas de algún delito sólo pueden ser detenidas de acuerdo con la ley y recluidas en condiciones humanas y bajo la protección de la ley. Las personas acusadas de algún delito reconocible sólo pueden ser juzgadas en procedimientos que cumplan las normas internacionales sobre juicios justos.
“El caso de Siham Sergiwa demuestra que nadie, ni siquiera una política muy conocida, está a salvo en Libia. En vez de alabar a las poderosas milicias que comenten graves violaciones de derechos humanos y otros delitos con impunidad, todas las partes implicadas en desapariciones forzadas y prácticas análogas deben responder a los ruegos de las angustiadas familias y revelar la suerte y paradero de las víctimas y protegerlas para que no vuelvan a sufrir daños”, ha manifestado Diana Eltahawy.