Miércoles, 27 de mayo, 2020
- Boko Haram ha secuestrado a miles de niños y niñas para convertirlos en combatientes o “esposas”.
- El ejército somete a los niños y niñas a tortura durante prolongadas detenciones ilegales.
- La UE y otros donantes han financiado un programa de “rehabilitación” deficiente.
Nigeria debe abordar con urgencia su inacción a la hora de proteger y ofrecer educación a toda una generación de niños y niñas en el noreste del país, una región devastada por años de atrocidades cometidas por Boko Haram y graves violaciones de derechos humanos perpetradas por el ejército. Así lo ha advertido hoy Amnistía Internacional en un nuevo informe.
El informe de 91 páginas, ‘We dried our tears’: Addressing the toll on children of Northeast Nigeria’s conflict, examina cómo las detenciones y torturas ilegales generalizadas llevadas a cabo por el ejército han agravado, desde el estado de Borno al de Adamawa, el sufrimiento de niños y niñas que han sido víctimas de crímenes de guerra y de lesa humanidad a manos de Boko Haram.
También revela cómo los donantes internacionales han financiado un programa deficiente que afirma reintegrar a presuntos ex combatientes, pero que en la mayoría de los casos equivale a la detención ilegal de menores y personas adultas.
“La última década de enconado conflicto entre el ejército de Nigeria y Boko Haram ha supuesto un ataque contra la infancia en sí misma en el noreste del país. Las autoridades nigerianas corren el riesgo de crear una generación perdida a menos que aborden urgentemente la forma en que la guerra ha afectado y traumatizado a miles de niños y niñas”, ha declarado Joanne Mariner, directora en funciones de Respuesta a las Crisis de Amnistía Internacional.
”El ejército de Nigeria también ha tratado de forma terrible a quienes lograban escapar de tal brutalidad. Desde detenciones ilegales en masa en condiciones inhumanas hasta el uso de palizas y tortura, pasando por permitir abusos sexuales a manos de reclusos adultos, resulta increíble que las propias autoridades responsables de proteger a los menores les hayan podido causar tanto daño.”
Una niña de 17 años que escapó de Boko Haram tras ser secuestrada y permanecer cautiva durante cuatro años describió la vida en el bosque de Sambisa: “[Mi] malvado ‘esposo’ siempre me pegaba […] Mis actividades diarias incluían rezar, cocinar cuando había comida, [y] asistir a lecciones del Corán. No nos permitían desplazarnos, ni visitar a amistades. Fue una experiencia horrible. Fui testigo de distintos castigos, desde disparos hasta lapidaciones y azotes con vara”.
“Me gustaría ir a la escuela, pero no hay dinero”, explicó la niña de 17 años. “Para mí, la mejor ayuda sería ir a la escuela.”
La ONU informó a Amnistía Internacional de que, desde 2015, había verificado la puesta en libertad de 2.879 menores que estaban bajo custodia militar, aunque previamente había citado una cifra más alta de niños y niñas detenidos entre 2013 y 2019. Es probable que estas cifras sean muy inferiores a las reales, y la ONU ha explicado que su acceso a los centros de detención militar es limitado, por lo que no puede ofrecer el total real de niños y niñas detenidos en el contexto del conflicto.
Un niño de 14 años que fue secuestrado por Boko Haram cuando era pequeño, y después huyó y fue detenido por el ejército de Nigeria, contó: “Las condiciones en Giwa son horribles. Te puedes morir. No hay sitio para tumbarse […] Hace calor, tienes toda la ropa mojada, como si te hubieran metido en el río […] Hasta hoy, nadie me ha dicho por qué me trajeron aquí, qué había hecho, por qué me detuvieron. Me pregunto, ¿por qué hui de [Boko Haram]?”.
Las condiciones en el Corredor Seguro son mejores que en ningún otro centro de detención del ejército, y los ex detenidos hablan bien del apoyo psicosocial y de la educación para adultos que se proporcionan allí. Pero la mayoría de los hombres y niños en el centro no han sido informados de la base jurídica de su detención y todavía no tienen acceso a asistencia letrada ni a un tribunal para impugnar su detención. En algunos casos, su estancia, que les habían prometido que sería de seis meses, se ha extendido a 19 meses, y durante ese tiempo han estado privados de libertad y bajo vigilancia armada constante.
Un programa de formación profesional incluido en el programa Corredor Seguro podría equivaler a trabajos forzados, ya que la mayoría de los detenidos, si no todos, nunca han sido declarados culpables de ningún delito y fabrican todo tipo de artículos, desde zapatos hasta jabones y muebles, sin remuneración.
El programa también somete a algunos detenidos a condiciones de trabajo inseguras. Algunos detenidos han sufrido lesiones graves en las manos tras haber tenido que trabajar con sosa cáustica, una sustancia altamente corrosiva, sin equipo de protección. “La sosa cáustica es peligrosa. Si te toca el cuerpo, te quema la carne”, explicó un ex detenido de 61 años.
“Ninguno de los principales donantes de Corredor Seguro autorizarían un sistema de detención prolongada e ilegal para sus ciudadanos. Entonces, ¿por qué lo permiten en Nigeria?”, ha preguntado Osai Ojigho, directora de Amnistía Internacional Nigeria.