Miércoles, 26 de febrero, 2020
“La pena impuesta a Gui Minhai por cargos completamente infundados demuestra una vez más que las autoridades no van a permitir que el coronavirus las desvíe de su intención de reprimir la disidencia”, ha dicho investigador de Amnistía Internacional sobre China
Ante el anuncio judicial de que el ex librero de Hong Kong Gui Minhai ha sido declarado culpable y condenado a 10 años de prisión en China por “proporcionar ilegalmente información de inteligencia a entidades extranjeras”, Patrick Poon, investigador de Amnistía Internacional sobre China, ha manifestado:
“La deplorable sentencia y escandalosa dureza de la pena impuesta a Gui Minhai por cargos completamente infundados demuestra una vez más que las autoridades chinas no van a permitir que el coronavirus las desvíe de su intención de reprimir la disidencia.
Al parecer, Gui ha sido juzgado y condenado en secreto, por lo que no ha tenido ninguna posibilidad de ser sometido a un juicio justo. Aunque las autoridades aseguran que Gui ha filtrado información de “inteligencia” de algún modo mientras estaba bajo su custodia, el motivo de las actuaciones en su contra está relacionado, casi con toda seguridad, con su intento de viajar a Pekín con dos diplomáticos suecos en 2018.
A menos que China pueda proporcionar pruebas concretas, verosímiles y admisibles de los delitos presuntamente cometidos por Gui, debe ponerlo en libertad de inmediato y sin condiciones.”
Información complementaria
El Tribunal Popular Intermedio de Ningbo anuncia hoy en su sitio web que Gui Minhai ha sido condenado a 10 años de cárcel y 5 años de privación de sus derechos políticos por el cargo de “proporcionar ilegalmente información de inteligencia a entidades extranjeras”.
En su notificación, el tribunal afirma sin mayor explicación que Gui era ciudadano sueco desde 1996 y volvió a solicitar la nacionalidad china en 2018.
Gui fue uno de los cinco libreros y editores de Hong Kong desaparecidos en 2015 tras publicar libros críticos con el gobierno chino. Desaparecido en Tailandia, reapareció en los medios de comunicación estatales chinos en 2016 ofreciendo una confesión aparentemente forzada de su participación en un ataque relámpago cometido varios años antes.
Quedó en libertad en 2017 aunque, al parecer, ha estado sometido a estrecha vigilancia policial y restricciones de su libertad de circulación. Agentes de policía vestidos de civil lo aprehendieron cuando se dirigía a Pekín por motivos de salud con dos diplomáticos suecos en enero de 2018.