Martes, 18 de febrero, 2020

“La enorme cifra de muertes de manifestantes registrada en Irak e Irán ilustra hasta qué extremos estaban esos gobiernos dispuestos a llegar para silenciar todas las formas de disidencia”, ha señalado Philip Luther, director de Investigación y Trabajo de Incidencia de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África


  • El informe examina la situación de los derechos humanos en 19 Estados de Oriente Medio y el Norte de África en 2019.
  • La oleada de protestas a lo largo de Argelia, Irak, Irán y Líbano demuestra la reactivación de la fe en el poder popular
  • Más de 500 muertes en Irak y más de 300 en Irán en la brutal represión de las protestas
  • Represión implacable de quienes expresaban críticas o defendían los derechos humanos de manera pacífica
  • Detención de al menos 136 presos y presas de conciencia en 12 países por ejercer la libertad de expresión en Internet

En todo Oriente Medio y el Norte de África, los gobiernos dieron muestras de su escalofriante determinación de sofocar las protestas con fuerza despiadada y pisotear los derechos de cientos de miles de manifestantes que salieron a la calle en demanda de justicia social y reformas políticas durante 2019. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional hoy, con motivo de la publicación de su informe anual sobre la situación de los derechos humanos en la región.

En el informe, Los derechos humanos en Oriente Medio y el Norte de África: Retrospectiva 2019, se describe cómo, en lugar de escuchar los motivos de queja de quienes se manifestaban, los gobiernos recurrieron una vez más a la represión implacable para silenciar las voces críticas pacíficas tanto en la calle como en Internet. Sólo en Irak e Irán, los medios letales utilizados por autoridades causaron centenares de muertes; en Líbano, la policía hizo uso ilícito y excesivo de la fuerza para disolver las manifestaciones, y en Argelia, las autoridades llevaron a cabo detenciones y procesamientos masivos para reprimir a quienes participaban en las protestas. En toda la región, los gobiernos detuvieron y procesaron a activistas por comentarios publicados en Internet a medida que el activismo recurría a los canales de las redes sociales para dar voz a la disidencia.

“Dando estimulantes muestras de resistencia y determinación, la gente salió multitudinariamente a la calle desde Argelia hasta Irán, Irak y Líbano, en muchos casos arriesgando la vida, para exigir derechos humanos, dignidad y justicia social, y el fin de la corrupción. Esas personas demostraron que no dejarán que las intimidaciones de sus gobiernos las silencien”, ha declarado Heba Morayef, directora regional de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África

“El 2019 fue un año de resistencia en la región. También fue un año en el que se demostró que todavía había esperanza y que, a pesar de las sangrientas secuelas de los levantamientos de 2011 en Siria, Yemen y Libia y del catastrófico deterioro de la situación de los derechos humanos en Egipto, la fe de la gente en el poder colectivo de movilización en favor del cambio persistía.”

Las protestas de Oriente Medio y el Norte de África eran un reflejo de las de quienes salieron a la calle en demanda de sus derechos desde Hong Kong hasta Chile. En Sudán, las protestas masivas, a las que las fuerzas de seguridad respondieron con brutales medios de represión, dieron lugar finalmente a un acuerdo político negociado con las asociaciones que las encabezaban.

Represión de protestas en la calle

En toda la región de Oriente Medio y el Norte de África, las autoridades se valieron de diversas tácticas para reprimir la oleada de protestas, como la detención arbitraria de miles de personas y, en algunos casos, el uso de fuerza excesiva, e incluso letal. Sólo en Irak e Irán murieron centenares de personas, al disparar las fuerzas de seguridad con munición real en las manifestaciones, y miles más resultaron heridas.

En Irak, donde al menos 500 personas murieron en 2019 en manifestaciones, quienes participaban en éstas dieron extraordinarias muestras de resiliencia frente a los disparos con munición real, los ataques mortales de francotiradores y el empleo a corta distancia de granadas de gas lacrimógeno de uso militar que causaron terribles lesiones.

En el caso de Irán, se recibieron informes creíbles según los cuales las fuerzas de seguridad mataron a más de 300 personas e hirieron a miles más en sólo cuatro días, del 15 al 18 de noviembre, para sofocar manifestaciones que habían estallado inicialmente en protesta contra el aumento del precio de los carburantes. Miles de personas más fueron detenidas y sometidas en muchos casos a desaparición forzada y tortura.

En septiembre, las mujeres palestinas de Israel y los Territorios Ocupados salieron a la calle para protestar contra la violencia de género y la ocupación militar israelí. Las fuerzas israelíes mataron también a decenas de palestinos y palestinas durante manifestaciones en Gaza y Cisjordania.

“La enorme cifra de muertes de manifestantes registrada en Irak e Irán ilustra hasta qué extremos estaban esos gobiernos dispuestos a llegar para silenciar todas las formas de disidencia”, ha señalado Philip Luther, director de Investigación y Trabajo de Incidencia de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África. “Mientras tanto, en los Territorios Palestinos Ocupados, la policía israelí continuó haciendo uso de fuerza excesiva, e incluso letal, contra quienes se manifestaban.” 

En Argelia, donde las protestas masivas dieron lugar a la caída del presidente Abdelaziz Buteflika tras 20 años en el poder, las autoridades intentaron sofocarlas por medio de detenciones arbitrarias y procesamientos en gran escala de personas que se manifestaban pacíficamente.

Aunque las protestas masivas de Líbano iniciadas en octubre, que dieron lugar a la dimisión del gobierno, comenzaron siendo en gran medida pacíficas, en varias ocasiones se respondió a ellas con uso ilícito y excesivo de la fuerza, sin que las fuerzas de seguridad protegieran de manera efectiva de los ataques de partidarios de grupos políticos rivales a quienes protestaban de manera pacífica.

En Egipto, un inusual estallido de protestas que tomó a las autoridades por sorpresa en septiembre se reprimió con detenciones arbitrarias en gran escala, que se saldaron con más de 4.000 personas detenidas.

“Los gobiernos de Oriente Medio y el Norte de África dieron muestras de una absoluta falta de respeto por el derecho a protestar y a expresarse de manera pacífica”, ha añadido Heba Morayef. 

“En vez de aplicar una letal represión y recurrir a medidas como uso excesivo de la fuerza, tortura o detenciones arbitrarias y procesamientos masivos, las autoridades deben escuchar y abordar las demandas de justicia social y económica y de derechos políticos.”

Represión de la disidencia en Internet

Además de atacar a quienes se manifestaban de manera pacífica en la calle, a lo largo de 2019 los gobiernos de toda la región continuaron reprimiendo el ejercicio del derecho a la libertad de expresión en Internet. Periodistas, blogueros y blogueras y activistas que publicaban en las redes sociales comentarios o vídeos considerados críticos con las autoridades estuvieron expuestos a sufrir detención, interrogatorio y procesamiento. 

Según cifras de Amnistía Internacional, en 12 países de la región hubo personas detenidas a quienes la organización consideró presos y presas de conciencia, y 136 fueron detenidas únicamente por ejercer de manera pacífica el derecho de expresión en Internet. Las autoridades abusaron también de su poder para impedir acceder o compartir información en Internet. Durante las protestas de Irán, las autoridades mantuvieron un bloqueo casi total de la red para impedir que se compartieran vídeos y fotografías de las fuerzas de seguridad matando e hiriendo de manera ilícita a manifestantes. En Egipto, las autoridades bloquearon aplicaciones de mensajería online para intentar sofocar las protestas. Las autoridades egipcias y palestinas recurrieron también a la censura de sitios web, en especial sitios de noticias. En Irán, las aplicaciones de redes sociales como Facebook, Telegram, Twitter y YouTube continuaron bloqueadas.

Algunos gobiernos utilizaron también técnicas más sofisticadas de vigilancia online contra defensores y defensoras de los derechos humanos. Las investigaciones de Amnistía Internacional pusieron de manifiesto cómo se había hecho uso de un programa espía desarrollado por la empresa israelí NSO Group contra dos defensores marroquíes de los derechos humanos. Ese mismo programa se había utilizado anteriormente contra activistas en Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, así como contra una persona que formaba parte del personal de Amnistía Internacional. 

Más en general, la organización registró en 2019 367 casos de detención de defensores y defensoras de los derechos humanos (240 detenidos arbitrariamente sólo en Irán) y 118 de procesamiento, y es probable que la verdadera cifra fuera mayor.

“El hecho de que los gobiernos de Oriente Medio y el Norte de África no muestren ninguna tolerancia en absoluto hacia la expresión pacífica en Internet revela hasta qué punto tienen miedo del poder de las ideas que ponen en entredicho el discurso oficial. Las autoridades deben poner en libertad de inmediato y sin condiciones a todos los presos y presas de conciencia y dejar de hostigar a quienes expresan críticas y defienden los derechos humanos de manera pacífica”, ha afirmado Philip Luther.

Señales de esperanza

A pesar de la impunidad constante y generalizada en todo Oriente Medio y el Norte de África, en algunos casos se tomaron pequeñas, pero históricas, medidas de rendición de cuentas por persistentes violaciones de derechos humanos. El hecho de que la Corte Penal Internacional (CPI) anunciara que se habían cometido crímenes de guerra en los Territorios Palestinos ocupados y que se debía abrir una investigación tan pronto como fuera confirmada su competencia territorial brindó una oportunidad decisiva para poner fin a decenios de impunidad. La CPI indicó que la investigación podría abarcar los homicidios de manifestantes cometidos por Israel en Gaza.

Del mismo modo, la Comisión de la Verdad y la Dignidad de Túnez publicó su informe final y se iniciaron 78 juicios ante tribunales penales, ofreciendo así una inusual oportunidad para hacer rendir cuentas a las fuerzas de seguridad por abusos perpetrados en el pasado.

Los limitados avances en los derechos de las mujeres, logrados tras años de campaña de los movimientos locales de mujeres, se vieron superados por la constante represión de quienes defendían tales derechos, especialmente en Irán y Arabia Saudí, y, en general, por la falta de medidas para eliminar la discriminación generalizada de las mujeres. Arabia Saudí introdujo reformas largo tiempo esperadas en su sistema de tutela masculina, pero se vieron ensombrecidas por el hecho de que cinco defensoras de los derechos de las mujeres continuaran detenidas injustamente a lo largo de 2019 por su activismo.

Varios Estados del Golfo anunciaron también reformas dirigidas a mejorar la protección de los trabajadores y trabajadoras migrantes, entre ellas la promesa de Qatar de abolir su sistema de patrocinio (kafala) y mejorar el acceso de las personas migrantes a la justicia. Jordania y Emiratos Árabes Unidos también dieron señales de tener intención de reformar el sistema de kafala. Sin embargo, la población trabajadora migrante continuó sufriendo explotación y abusos generalizados en toda la región.

“Los gobiernos de toda la región deben entender que su represión de las protestas y el encarcelamiento de personas por expresar críticas o defender los derechos humanos de manera pacífica no silenciará las demandas de derechos económicos, sociales y políticos fundamentales. En vez de ordenar cometer graves crímenes y violaciones de derechos humanos, las autoridades deben garantizar los derechos políticos necesarios para que la gente exprese sus demandas socioeconómicas y haga rendir cuentas a sus gobiernos”, ha manifestado Heba Morayef.