Jueves, 21 de noviembre, 2019

Google y Facebook han establecido su dominio sobre los canales primarios de que depende la mayor parte del mundo —aparte de China— para hacer realidad sus derechos online. Sus diversas plataformas facilitan el modo de buscar y compartir información, entablar debates y participar en la sociedad


La vigilancia omnipresente que ejercen Facebook y Google sobre miles de millones de personas representa un peligro sistémico para los derechos humanos, ha advertido Amnistía Internacional en un nuevo informe, a la vez que ha pedido una transformación radical del modelo empresarial básico de los gigantes tecnológicos.

Surveillance Giants (“Gigantes de la vigilancia”) muestra cómo el modelo empresarial, basado en la vigilancia, de Facebook y Google es intrínsecamente incompatible con el derecho a la privacidad y representa un peligro sistémico para diversos derechos más, como la libertad de opinión y de expresión, la libertad de pensamiento y el derecho a la igualdad y a no sufrir discriminación.

“Su control insidioso de nuestras vidas digitales menoscaba la esencia misma de la privacidad y es uno de los problemas de derechos humanos que definen nuestra época”.

“Google y Facebook dominan actualmente nuestra vida, pues acumulan un poder sin igual sobre el mundo digital por medio de la recopilación y monetización de los datos personales de miles de millones de personas. Su control insidioso de nuestras vidas digitales menoscaba la esencia misma de la privacidad y es uno de los problemas de derechos humanos que definen nuestra época”, ha señalado Kumi Naidoo, secretario general de Amnistía Internacional.

“Para proteger nuestros valores humanos básicos —dignidad, autonomía y privacidad— en la era digital es necesaria una transformación radical del modo en que las grandes empresas tecnológicas desarrollan sus actividades a fin de dar paso a una Internet basada en los derechos humanos.”

Google y Facebook han establecido su dominio sobre los canales primarios de que depende la mayor parte del mundo —aparte de China— para hacer realidad sus derechos online. Sus diversas plataformas —como Facebook, Instagram, Google Search, YouTube y WhatsApp— facilitan nuestro modo de buscar y compartir información, entablar debates y participar en la sociedad. Asimismo, la mayoría de los teléfonos móviles del mundo funcionan con el sistema Android de Google.

Aunque otras grandes empresas tecnológicas —como Apple, Amazon y Microsoft— han acumulado considerable poder en otras esferas, son las plataformas de Facebook y Google las que se han vuelto esenciales para nuestra forma de relacionarnos e interactuar, convirtiéndose, en efecto, en una nueva plaza pública global.

Las grandes empresas tecnológicas ofrecen estos servicios a miles de millones de personas sin cobrarles ninguna tarifa. A cambio de ello, la gente cede sus datos personales íntimos y es rastreada continuamente en la web, y en el mundo físico también, por medio, por ejemplo, de dispositivos conectados.

“Internet es esencial para que la gente disfrute de muchos de sus derechos, pero miles de millones de personas no tienen una opción significativa de acceso a este espacio público si no es con las condiciones dictadas por Facebook y Google”, ha afirmado Kumi Naidoo.

“Para colmo, esta no es la Internet a la que la gente se adhirió cuando estas plataformas empezaron a funcionar. Google y Facebook han ido menoscabando nuestra privacidad con el tiempo. Ahora estamos en sus manos. O nos sometemos a esta maquinaria de vigilancia generalizada, en la que se aprovechan fácilmente nuestros datos para manipularnos e influenciarnos, o perdemos las ventajas del mundo digital. Este dilema no puede ser jamás legítimo. Tenemos que reclamar esta plaza pública esencial, para poder participar sin que se cometan abusos contra nuestros derechos.”

La obtención y análisis de datos personales a esta escala sin precedente es incompatible con todos y cada uno de los elementos del derecho a la privacidad, incluidos el derecho a no sufrir injerencias en nuestra vida privada, el derecho a controlar la información sobre nuestra persona y el derecho a un espacio en el que podamos expresar libremente nuestra identidad.

Algoritmos oportunistas

Las plataformas de Google y Facebook están basadas en sistemas algorítmicos que procesan volúmenes inmensos de datos para inferir características increíblemente detalladas de las personas y conformar sus vivencias online. Los anunciantes pagan luego a Facebook y Google para dirigirse a la gente con anuncios o mensajes específicos.

El escándalo de Cambridge Analytica puso de manifiesto la facilidad con que puede hacerse uso indebido de los datos de las personas de manera imprevista para manipularlas e influir en ellas.

“Ya hemos visto que la enorme arquitectura publicitaria de Google y Facebook es un arma muy potente si cae en malas manos. No sólo puede hacerse uso indebido de ella con fines políticos, de consecuencias potencialmente desastrosas para la sociedad, sino que también permite todo tipo de nuevas tácticas publicitarias oportunistas, que hacen presa, por ejemplo, en personas vulnerables debido a enfermedades, problemas de salud mental o adiciones. Como estos anuncios están adaptados a nuestra persona, eluden el escrutinio público”, ha explicado Kumi Naidoo.

Una nueva Internet

Los gobiernos deben tomar con urgencia medidas para transformar el modelo empresarial basado en la vigilancia y protegernos de los abusos de las empresas contra los derechos humanos, entre ellas la aplicación de sólidas leyes de protección de datos y la regulación efectiva de las grandes empresas tecnológicas en consonancia con el derecho de los derechos humanos.

“No se debe permitir a Facebook y Google dictar cómo debemos vivir online. Ha llegado la hora de reclamar este espacio público vital para todas las personas, no para unas cuantas empresas poderosas y que no rinden cuentas de Silicon Valley”.

En primer lugar, los gobiernos deben promulgar leyes para garantizar que las empresas como Google y Facebook no pueden condicionar el acceso a sus servicios a que la persona “dé su consentimiento” a la recopilación, procesamiento y distribución de sus datos personales con fines comerciales o publicitarios. Las empresas, incluidas Google y Facebook, tienen también la obligación de respetar los derechos humanos dondequiera y comoquiera que desarrollen sus actividades.

“No se debe permitir a Facebook y Google dictar cómo debemos vivir online. Estas empresas han optado por determinado modelo empresarial basado en la vigilancia, que afecta a la privacidad, la libertad de expresión y otros derechos humanos. La tecnología que sustenta Internet no es incompatible con nuestros derechos, pero el modelo empresarial que Facebook y Google han elegido sí lo es”, ha manifestado Kumi Naidoo.

“Ha llegado la hora de reclamar este espacio público vital para todas las personas, no para unas cuantas empresas poderosas y que no rinden cuentas de Silicon Valley.”

Facebook y Google han rechazado las conclusiones del informe. Las respuestas de las empresas se incluyen en él.