Viernes, 03 de mayo, 2019
“Es imperdonable que menores que están al cuidado de las autoridades estén sometidos a un trato tan infame, y es igualmente intolerable que las mujeres se lleven de nuevo la peor parte de los abusos perpetrados por las fuerzas de seguridad de Nigeria, que se supone que deben protegerlas", declaró Osai Ojigho, directora de Amnistía Internacional Nigeria
Una investigación de Amnistía Internacional ha sacado a la luz la violencia ejercida contra niños y mujeres por agentes de seguridad y reclusos en dos cárceles de alta seguridad del estado de Borno (Nigeria).
Estas horrorosas violaciones se produjeron en la cárcel de máxima seguridad de Maiduguri y en el cuartel de Giwa, donde están recluidos miles de civiles detenidos por presuntos vínculos con el grupo armado Boko Haram. La investigación de Amnistía Internacional también halló que decenas de niños están detenidos ilegalmente junto con adultos en la cárcel de Maiduguri.
“Se trata de otro triste y preocupante caso de violaciones de derechos humanos de civiles atrapados en la crisis de Boko Haram en el noreste de Nigeria”, ha dicho Osai Ojigho, directora de Amnistía Internacional Nigeria.
“Es imperdonable que menores que están al cuidado de las autoridades estén sometidos a un trato tan infame, y es igualmente intolerable que las mujeres se lleven de nuevo la peor parte de los abusos perpetrados por las fuerzas de seguridad de Nigeria, que se supone que deben protegerlas".
Niños detenidos y sometidos a abusos en la cárcel de Maiduguri
Un equipo de investigación de Amnistía Internacional visitó Maiduguri este mes para investigar las acusaciones realizadas por el interno Charles Okah —documentadas por primera vez por la organización Sahara Reporters— según las cuales en la cárcel de Maiduguri había niños detenidos ilegalmente que sufrían abusos.
Okah denunció que entre las muchas víctimas de abusos sexuales se encontraban tres niños detenidos en el pabellón de los condenados a muerte en Maiduguri.
Amnistía Internacional ha conseguido documentos judiciales que confirman que en la cárcel de Maiduguri hay recluidos al menos 68 niños. La organización habló también con menores que habían estado detenidos en el cuartel de Giwa, que identificaron a 39 de estos niños —entre los que se encuentran los tres muchachos detenidos con adultos en el pabellón de los condenados a muerte que aparecen en el informe de Okah— como ex compañeros de celda en Giwa.
Las conclusiones de la investigación confirman que en la cárcel de máxima seguridad hay decenas de menores recluidos en relación con la crisis de Boko Haram. Según Amnistía Internacional, los 68 niños recluidos en la cárcel de Maiduguri estuvieron detenidos primero sin cargos por el ejército de Nigeria en el cuartel de Giwa antes de ser trasladados entre finales de 2016 y principios de 2017.
“Hasta ahora, el gobierno no ha cumplido con su obligación de proteger a esos niños y ha violado sus obligaciones en virtud de la Convención sobre los Derechos del Niño de la ONU”, ha dicho Osai Ojigho.
“El gobierno nigeriano debe garantizar el traslado inmediato de todos los niños de la cárcel de Maiduguri, y la puesta en libertad de todos los que no hayan sido acusados de ningún delito común reconocible. Los menores acusados de algún delito común deben ser detenidos en centros para menores. La detención de menores con adultos en las mismas celdas es inaceptable".
Amnistía Internacional entrevistó a un detenido en la cárcel de Maiduguri, así como a un ex celador. Ambos confirmaron que los abusos sexuales a menores eran una práctica generalizada en la cárcel. El detenido afirmó que había presenciado abusos de reclusos adultos a menores.
“No es ningún secreto en la cárcel lo que les pasa a los niños”, afirmó el detenido, que habló con Amnistía Internacional a través de un contacto para preservar su identidad.
La fuente dijo también a Amnistía Internacional que a veces podía oírse lo que pasaba en las estancias, y esto confirmaba su idea de que se estaban perpetrando agresiones sexuales.
“A veces ves a un niño ir al retrete e inmediatamente un preso adulto va tras él, y cuando el niño sale, no hace falta que te expliquen lo que le ha ocurrido".
El ex celador de la cárcel de Maiduguri, que también tenía miedo de entrevistarse en persona con Amnistía Internacional, confirmó que conocía la existencia de abusos sexuales a menores.
Según contó este ex celador: “Las condiciones que hay allí [en la cárcel] no son buenas para menores y es difícil conseguir que deje de pasar lo que pasa con los niños. La única forma es sacarlos de allí. ¿Qué se puede esperar cuando hay menores con adultos?”.
Amnistía Internacional documentó también la agresión sexual sufrida por un muchacho de 16 años a manos de un preso adulto en el cuartel de Giwa aproximadamente en enero de 2018, seis meses antes de que todos los menores salieran del centro.
Por entonces, los menores estaban detenidos en una celda cercana a las celdas de los adultos, motivo por el cual era inevitable su interacción con ellos. Un ex detenido dijo a Amnistía Internacional que había visto a un recluso adulto “intentando quitarle los pantalones” a un niño mientras dormía.
“Otro chico se dio cuenta y despertó al que estaba siendo agredido. Por la mañana se informó a los soldados”, afirmó el testigo. Se cree que el preso adulto fue trasladado a otra celda, aunque no se tomó ninguna otra medida para proteger a los menores de edad. Este incidente fue confirmado a Amnistía Internacional por el menor agredido, junto con otros 15 ex detenidos.
Inmediatamente después de la publicación del informe de Okah, el gobernador del estado de Borno anunció la creación de una comisión de investigación, que presentaría sus conclusiones y recomendaciones en el plazo de una semana. Sin embargo, no se ha sabido nada más de esta investigación. Amnistía Internacional telefoneó al fiscal general del estado de Borno, que no respondió a la llamada, y tampoco a un mensaje de texto que se le envió a su teléfono. La organización envió también un mensaje de correo electrónico y de texto al portavoz del gobernador del estado de Borno, pero tampoco obtuvo respuesta.
“Detener a niños con adultos sabiendo perfectamente que pueden sufrir abusos es deleznable. Lejos de proteger a esos menores de los abusos, las autoridades de Nigeria han creado el entorno ideal para los abusos”, ha dicho Osai Ojigho.
“Las autoridades deben garantizar que la investigación de estas denuncias es rápida, independiente e imparcial, y que cualquier funcionario de prisiones o militar responsable de violaciones de derechos humanos es puesto a disposición judicial".
Mujeres violadas en el cuartel de Giwa
El equipo de investigación de Amnistía Internacional en Nigeria también descubrió nuevas denuncias de violaciones a mujeres por soldados en el centro de detención del cuartel de Giwa.
Tres ex detenidas declararon separadamente que habían presenciado tales agresiones, e identificaron a 10 de los soldados responsables, entre ellos cinco que trabajaban en la enfermería del centro de detención. Dos de estas ex detenidas dijeron que a ellas también las habían violado.
Según los testimonios, al menos 15 ex detenidas fueron violadas. Los soldados les exigían favores sexuales a cambio de alimentos, jabón, otros artículos de primera necesidad y la promesa de conseguir su libertad.
Una ex detenida contó a Amnistía Internacional: “Las conocíamos, conocíamos a todas las mujeres que eran las protegidas de los soldados. Siempre tenían cosas que nosotras no teníamos, como jabón, detergente y batas. Algunas de ellas [...] llegaban a tener hasta 15 batas [que les habían dado los soldados]. Los soldados también les llevaban a sus ‘novias’ pan, bebidas y otros alimentos".
Una víctima y ex detenida explicó que, si bien los soldados no utilizaban la fuerza física para conseguir que las mujeres tuvieran relaciones sexuales con ellos, las circunstancias les hacían imposible negarse. Una mujer nos dijo que tuvo un “novio” soldado para poder sobrevivir mientras estuvo detenida y conseguir más alimentos, y que conocía más casos.
Otra ex detenida dijo que los soldados prometían la libertad a las mujeres que accedían a tener relaciones sexuales con ellos, como le ocurrió a una que se quedó embarazada de uno soldado.
“Como [los soldados] eran los que iban nombrando a las que quedaban en libertad, les resultaba fácil sustituir un nombre por otro. Las mujeres sabían que la novia del soldado estaba embarazada de dos meses. Un día iban a poner en libertad a varias mujeres, y la noche anterior el soldado tramitó su documentación. A la mañana siguiente, su nombre figuraba en la lista de las que iban a quedar libres”, contó la ex detenida.
El año pasado, ex detenidas en el cuartel de Giwa hablaron a Amnistía Internacional sobre la violencia sexual que había en el centro de detención. La organización pidió que se investigaran estas denuncias en mayo de 2018, pero no se sabe con certeza si ha habido una investigación.
“Incluso en los casos de aparente consentimiento, se trata de violaciones, pues los soldados se aprovechaban de un entorno coercitivo en el que las detenidas no tenían prácticamente más elección que acceder a tener relaciones sexuales con ellos”, ha afirmado Osai Ojigho.
“Los soldados ejercían un inmenso poder sobre las mujeres, controlaban prácticamente toda su vida en prisión, tenían el poder de imponer castigos arbitrarios y también de proporcionar la comida y los medicamentos que tanto necesitaban. Y algunos abusaban de este poder. Se trata de una conducta infame, y los soldados implicados deben responder de sus actos".
“Estos últimos testimonios siguen un patrón de violación que hemos documentado reiteradamente en las cárceles de Nigeria. Es hora de que el presidente Buhari tome cartas en el asunto".
Información complementaria
El 23 de marzo de 2019, la organización Sahara Reporters reveló los detalles de un informe de 30 páginas realizado por Charles Okah que describe la constante violencia sexual perpetrada contra mujeres y niños en la cárcel. Según se informó a los medios de comunicación, hay al menos 106 niños de entre 11 y 17 años detenidos en la cárcel.
Una comisión oficial del estado de Borno visitó la cárcel poco después de su inauguración para investigar las denuncias del informe de Okah. Aunque algunos funcionarios fueron detenidos, al día siguiente quedaron en libertad. Desde entonces no se ha sabido nada de la comisión. Amnistía Internacional pide al gobierno del estado de Borno que de a conocer públicamente los resultados de la investigación de la comisión.
El Servicio de Instituciones Penitenciarias de Nigeria negó las denuncias de violencia sexual en la cárcel de Maiduguri, afirmando que una comisión creada para investigarlas no había encontrado pruebas.
El responsable de relaciones públicas del Servicio de Instituciones Penitenciarias afirmó que no se daría a conocer el contenido del informe a la organización por motivos de seguridad, ya que en él se habla de otros problemas de seguridad.
El funcionario, sin embargo, dio a entender que en la cárcel de Maiduguri los niños están detenidos en la misma zona que los internos adultos.
Según afirmó este funcionario: “Dado el tipo de delito, puede que haya gente que no debería estar donde está. En Maiduguri hay una situación atípica debido a la crisis de Boko Haram.”
En abril de 2019, Amnistía Internacional entrevistó a un detenido adulto y a un ex celador en la cárcel de Maiduguri, y también a 18 personas —15 niños y tres mujeres— que habían estado detenidas en el cuartel de Giwa. La organización también habló con familiares de personas detenidas en la cárcel de Maiduguri, funcionarios judiciales y fuentes que conocían el funcionamiento interno de esta cárcel, entre ellas un ex funcionario de prisiones.