Lunes, 23 de julio, 2018
Andrey Rudomakha es defensor e integrante del #TeamBrave de personas que arriesgan sus vidas por denunciar las vulneraciones y violaciones a los derechos de todas las personas, así como exige a las autoridades rusas el respeto a los derechos humanos
Crecí en un pequeño pueblo del territorio de Krasnodar, en el distrito Seversky al sur de Rusia. Mi pueblo se encuentra entre el bosque y las llanuras. De niño, me encantaba ir al bosque y pasar horas caminando entre los árboles cerca de mi pueblo, desde esos días mantengo una estrecha relación con la naturaleza. Y esta conexión fue una de las principales razones por las cuales proteger el medioambiente se convirtió en el trabajo de mi vida. También participé en un movimiento público contra la construcción de una estación de energía nuclear en el territorio de Krasnodar que me acercó más a la naturaleza y el medio ambiente. Esto fue en 1987, solo un año después del desastre nuclear de Chernobyl y en el medio de la Perestroika. En ese momento, logramos detener la construcción de la planta nuclear. Desde entonces, he estado involucrado en el trabajo por la protección del medio ambiente y la defensa de los derechos de las personas a un medio ambiente saludable.
El territorio Krasnodar es un área única. La mayor parte se encuentra en la zona de un bosque montañoso, pero hay una parte en la marisma de Azov y en el sudeste todavía existen algunas áreas esteparias. Sin embargo, este medio ambiente está siendo destruido rápidamente porque es una región atractiva para proyectos urbanos de rango. Casi no hay ninguna zona en Rusia donde se hayan emprendido tantos proyectos que se arriesgue el daño al medio ambiente durante los últimos 20 años, incluido el Blue Stream [un gasoducto submarino entre Rusia y Turquía, en el fondo del Mar Negro], la construcción de puertos en Taman y, críticamente, la construcción de la infraestructura para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014.
La Copa Mundial de la FIFA se llevará a cabo en los sitios construidos para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014. El estadio Fisht está construido en las tierras bajas de Imereti, que alguna vez fueron el hogar de un hábitat natural único de los Humedales de Colchian. Esta era la única área en Rusia con un ecosistema como este. Sirvió de escala para un gran número de aves migratorias. Una gran parte de este hábitat fue destruida en la época soviética y algunas de las áreas restantes fueron destruidas durante los preparativos para los Juegos Olímpicos de 2014. El parque ambiental establecido allí hoy para reemplazar el hábitat natural es una farsa completa. El parque se ha convertido en una pesada carga para el presupuesto del Territorio de Krasnodar, pero no cumple con su función. Los fanáticos que vienen a ver los partidos aquí deben recordar que la Copa del Mundo se lleva a cabo en los sitios olímpicos construidos a un costo muy alto para el medio ambiente y las personas que viven en la región. Estos fanáticos tienen que saber que todo esto tiene su propia historia oscura.
En general, el daño ambiental dejado por los Juegos Olímpicos ha sido un fracaso total. Rusia está en grave violación a sus promesas postolímpicas sobre la regeneración del río Mzymta y la creación de áreas ambientales recientemente protegidas. En mi opinión, no solo es responsabilidad de Rusia sino también de organizaciones internacionales como el Comité Olímpico Internacional y el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que son responsables de supervisar este proyecto y no lo han hecho de manera adecuada. Me gustaría que la Copa del Mundo deje un legado, no solo de logros deportivos, sino también de un entorno mejorado en el área medioambiental. Actualmente estamos investigando un gran proyecto de construcción, propiedad de un alto funcionario de la aldea de Krinitsa, cerca de Gelendzhik, otra residencia en el Mar Negro que implica la confiscación de áreas forestales y la tala de árboles a gran escala. Y esta no es solo una residencia privada, también es un viñedo de chateau. Las vides ya han sido plantadas y la bodega está siendo construida.
En diciembre de 2017, mis colegas y yo fuimos atacados después de haber ido a inspeccionar el daño ambiental de este proyecto de construcción. Regresamos al hogar de uno de nuestros activistas y los atacantes nos estaban esperando allí. Sabían que iríamos allí. Es muy probable que nos siguieran desde el sitio de construcción en Krinitsa. Los atacantes no solo nos atacaron, sino que también se llevaron todo nuestro material fotográfico para evitar que esta información fuese publicada.
Al principio, la policía local abrió una investigación y luego esta fue enviada a la Dirección Principal de Investigación del Territorio de Krasnodar. Por extraño que pueda parecer, después de esto, la investigación simplemente se detuvo, a pesar de la abundante evidencia, incluyendo huellas dactilares en el automóvil, imágenes de la cámara CCTV del ataque y de los movimientos de los atacantes en el área. También pudimos identificar el automóvil en el que habían llegado los agresores. Ni una sola vez me llamaron para interrogarme. Por lo general, los crímenes con tanta evidencia disponible se resuelven con prontitud.
Este no fue el primer ataque contra nuestra organización; hemos sido amenazados en el pasado. En enero del 2018, mi colega Dmitry Shevchenko y yo fuimos "fuertemente aconsejados" de abandonar Rusia en una carta anónima. Varios de mis colegas se vieron obligados a abandonar el país debido a las amenazas que recibieron. Nuestro trabajo se encuentra en el camino de muchas personas. Todo lo que hacemos es arriesgado y peligroso, ya que infringimos los intereses de los "peces gordos". Desafortunadamente, en Rusia no hay razón para esperar una investigación efectiva. Sé que mi trabajo conlleva cierto riesgo y he aprendido a comprender que cuando luchas contra algo, ese algo puede contraatacar.
Mi trabajo por la protección del medioambiente no es solo un trabajo, es mi trabajo de vida. Esto es lo que me da energía y me da satisfacción personal. Sucede que el trabajo de mi vida es donde vivo. Soy muy aficionado al Cáucaso y no me importa mucho viajar al extranjero o por todo el país. Me parece más interesante estar aquí, visitar pueblos donde nunca he estado antes. Aquí es donde quiero vivir y trabajar, para transformar y cambiar las cosas aquí.
Somos eco-centristas y cuando surge la oportunidad de involucrar a los mecanismos internacionales o cooperar con el gobierno, siempre la tomamos. En una ocasión, nuestro aliado en una campaña fue la Dirección del Servicio de Seguridad Federal en la República de Adygea. El jefe de la agencia en ese momento compartió nuestro interés por proteger el medio ambiente. Lo conocimos, le contamos sobre los riesgos de proyectos particulares para el medio ambiente y él nos apoyó. Su apoyo jugó un papel importante en la detención de ciertos proyectos.
No creo en los cambios rápidos, pero creo en el cambio sistémico gradual. Creo que el movimiento ambientalista es una forma de mejorar nuestro país. Un mundo mejor se construye gradualmente y por medios no violentos se nutren las semillas que se siembran en la sociedad.