Miércoles, 13 de septiembre, 2017
Estado tóxico revela la manera en que el gobierno peruano ha incumplido su deber de proporcionar atención médica adecuada a las comunidades indígenas de Cuninico y Espinar, en las regiones amazónica y andina del país, respectivamente. Los estudios han concluido que las únicas fuentes de agua potable de estas comunidades se han contaminado con metales tóxicos nocivos para la salud humana.
El gobierno peruano está desatendiendo la salud de cientos de personas indígenas cuyas únicas fuentes de agua están contaminadas con metales tóxicos y que carecen de acceso a atención de salud adecuada. Así lo ha manifestado Amnistía Internacional en un nuevo informe de investigación publicado hoy.
Estado tóxico revela la manera en que el gobierno peruano ha incumplido su deber de proporcionar atención médica adecuada a las comunidades indígenas de Cuninico y Espinar, en las regiones amazónica y andina del país, respectivamente. Los estudios han concluido que las únicas fuentes de agua potable de estas comunidades se han contaminado con metales tóxicos nocivos para la salud humana.
“Durante decenios, se ha tratado a los pueblos indígenas de todo Perú como ciudadanos de segunda”, ha manifestado Salil Shetty, secretario general de Amnistía Internacional.
“El hecho de que las autoridades peruanas opten por no hacer casi nada ante la evidencia de que cientos de personas indígenas han estado expuestas a metales tóxicos no sólo es cruel, sino que constituye una violación del derecho de estas comunidades a la salud.”
Miembros de la comunidad de Cuninico, en la región amazónica del país, dijeron a Amnistía Internacional que, en 2014, el agua del río y el pescado, de los que depende la comunidad, empezaron a tener un sabor extraño.
Las mujeres entrevistadas por Amnistía Internacional contaron que sufren calambres en el estómago, ardor al orinar, alergias, erupciones cutáneas y abortos. Afirman que sus hijos e hijas sufren muchos síntomas similares y en la escuela no se pueden concentrar.
Un estudio realizado en 2014 por la Dirección Regional de Salud (DIRESA) peruana reveló que los niveles de aluminio e hidrocarburos totales del petróleo en el agua de Cuninico superaban los permitidos para el consumo humano. En 2017 se realizaron otros análisis del agua, pero sus resultados aún no se han hecho públicos.
En 2016, un estudio llevado a cabo por el Ministerio de Salud del Perú reveló que más de la mitad de la población de la comunidad tenía niveles anormales de mercurio en la sangre. También se detectaron niveles alarmantes de cadmio y plomo en algunas personas, entre ellas niños y niñas. Según la Organización Mundial de la Salud, la exposición al mercurio y al plomo puede causar graves problemas de salud y daños irreversibles en el desarrollo fetal.
Conny Llerena Trujillo, una mujer de Cuninico, contó que su bebé de tres meses, nacido en 2014, empezó a sufrir urticaria después de que lo bañó por primera vez en el río. Los análisis médicos confirmaron que el niño tenía plomo en la sangre, al igual que el 65% de las personas a las que se les realizaron análisis de exposición al plomo en Cuninico.
La respuesta del Estado ha sido absolutamente inadecuada. Pese a que el gobierno declaró una emergencia de salud pública en la zona en 2017, no se han tomado medidas reales para proporcionar atención médica a las comunidades y abordar la contaminación del agua, lo cual incluye investigar la fuente de la contaminación.
Las personas que viven en la zona han recurrido ahora a recoger agua de lluvia para su consumo doméstico; sin embargo, cuando las lluvias son insuficientes, se ven obligadas a beber agua contaminada del río. El gobierno tampoco ha determinado las causas de la contaminación del río.
El centro de salud más cercano a Cuninico está a una hora y media de distancia en lancha motora, y no cuenta con los especialistas requeridos para cubrir las necesidades de una población local expuesta a metales tóxicos.
En la provincia de Espinar, en la región andina del país, la situación resulta igualmente preocupante.
Los estudios realizados por las autoridades peruanas concluyeron que varias comunidades enteras de Espinar han estado expuestas a metales pesados y otras sustancias químicas, y que sus únicas fuentes de agua están contaminadas.
Las mujeres que viven en estas comunidades de Espinar se quejaban de constantes jaquecas, dolores de estómago, diarrea, irritación de los ojos y problemas respiratorios y renales.
Carmen Catalina Chambi Surco contó a Amnistía Internacional que cuatro de sus seis hijos están enfermos. Uno de ellos nació con un oído bloqueado y a otro le tuvieron que extirpar un quiste de un pulmón. Carmen sufre dolor crónico en los pulmones, ha perdido la audición en un oído y ha tenido que ser operada de piedras en el hígado.
Un estudio realizado en 2010 por el Centro Nacional de Salud Ocupacional y Protección del Medio Ambiente para la Salud concluyó que casi todos los miembros de la comunidad a los que se realizaron análisis tenían plomo, cadmio, mercurio o arsénico en la sangre. Se sabe que la exposición prolongada a estos metales tóxicos provoca una diversidad de problemas de salud crónicos, entre ellos pérdida de memoria, infertilidad, pérdida de visión, diabetes, enfermedades hepáticas, fallo renal y cáncer.
El Estado peruano ha incumplido por completo su deber de proteger a las comunidades de Espinar y garantizar su derecho a la salud.
“Al apartar la vista ante la desesperada situación de los pueblos indígenas, las autoridades están poniendo en peligro la salud y la vida de estas personas. Las autoridades deben garantizar que la población de Cuninico y Espinar tiene acceso a agua no contaminada y que las causas de la contaminación se determinan y se abordan”, ha manifestado Salil Shetty.