Miércoles, 02 de agosto, 2017
Es evidente que cualquier persona responsable debe responder ante la justicia por sus crímenes, sin embargo la amplitud de la represión en Turquía ha sido impresionante. Unas 50.000 personas están en la cárcel, entre ellos se encuentran al menos 130 periodistas, el número más alto de cualquier país del mundo. Más de 100.000 trabajadores del sector público, incluyendo una cuarta parte del poder judicial han sido despedidos arbitrariamente. Sólo la semana pasada, más de 140 órdenes de captura fueron emitidas para los trabajadores de TI y cientos de académicos fueron expulsados de sus puestos de trabajo.
Por: Alex Neve, Secretario General de Amnistía Canadá, @alexneveamnesty
Como defensor de derechos humanos, sabes que nunca vas a hacer felices a todos. Funcionarios gubernamentales, líderes militares, grupos armados y empresas, todos atraen a tu escrutinio críticas y sugerencias de mejora. Algunos actúan en el consejo, otros lo ignoran y algunos están en desacuerdo enérgicamente.
El debate público puede subirse de tono, los últimos intercambios de todo el caso de Omar Khadr son un recordatorio sorprendente de eso. Incluso en Canadá, lo que lleva Amnistía Internacional; lo he vivido, me han insultado en múltiples ocasiones. Pero no importa cuánto las cosas se han llegado a subir de tono, nunca he sido encarcelado por defender los derechos humanos.
Mi colega cercana Idil Eser, quien hace mi trabajo pero en la sección de Amnistía Turquía, ha sido encarcelada por hacer precisamente su trabajo. Ella ha estado tras de las rejas las últimas dos semanas porque apasionadamente defiende los derechos humanos en Turquía y en todo el mundo.
Pero no todo termina con la Sra. Eser, otros nueve activistas de derechos humanos fueron detenidos al mismo tiempo; cinco de los cuales están en la cárcel, los otros cuatro en libertad bajo fianza en espera de su juicio.
Las autoridades turcas han de hecho encerrado no solo a uno, sino dos líderes de Amnistía Internacional. Taner Kilic, Presidente de Amnistía Turquía, ha estado también encarcelado por las últimas seis semanas. Nunca en nuestra historia de 56 años han tenido a los dos líderes principales de una sección nacional de Amnistía Internacional encerrados al mismo tiempo.
Y este en un país cuyo Presidente Recep Tayyip Erdogan, fue en una oportunidad prisionero de conciencia de Amnistía Internacional. En pocas palabras, el Presidente Recep ha encarcelado a los líderes de la organización que hace 20 años hizo campañas para liberarlo, la ironía ni siquiera se acerca a la descripción de este hecho injusto.
El telón de fondo de todo esto es una represión de escalonamiento de los derechos humanos en Turquía durante el año pasado, a raíz de un intento fallido de golpe de estado contra el gobierno de Erdogan en julio de 2016. Las autoridades turcas se han dedicado erradicar cualquier partidario del movimiento Gülen, a quien acusan de estar detrás del intento de golpe.
Es evidente que cualquier persona responsable debe responder ante la justicia por sus crímenes, sin embargo la amplitud de la represión en Turquía ha sido impresionante. Unas 50.000 personas están en la cárcel, entre ellos se encuentran al menos 130 periodistas, el número más alto de cualquier país del mundo. Más de 100.000 trabajadores del sector público, incluyendo una cuarta parte del poder judicial han sido despedidos arbitrariamente. Sólo la semana pasada, más de 140 órdenes de captura fueron emitidas para los trabajadores de TI y cientos de académicos fueron expulsados de sus puestos de trabajo.
Al menos cinco personas con doble nacionalidad turco / canadienses han sido arrastrados por la represión. Mientras que Ece Heper, ha sido condenada y puesta en libertad condicional bajo fianza en espera de una apelación, los otros cuatro siguen encarcelados e incluso no se les ha permitido una visita consular canadiense. Canadá y Turquía son aliados de la OTAN, sin embargo no tienen acceso consular estas personas. No hay duda de eso; esta represión de derechos humanos no termina.
Después de todo Turquía es un aliado, un socio comercial, el país que alberga refugiados sirios más que cualquier otro y una nación clave cuando se trata de combatir ISIS.
Eso no puede ser una excusa para dejar que Turquía viole derechos, se debe en todo caso obligar a un esfuerzo internacional concertado y contundente para cambiar las cosas.
Una crisis de derechos humanos de un aliado cercano es una mala noticia por todas partes. Ciertamente, no dará lugar a la expansión del comercio, no asegurará que Turquía sigua albergando refugiados y no va a reforzar la posición de Turquía en la lucha contra el ISIS. Al final, significa principalmente más turbulencia e inestabilidad.
Esta acción sin precedentes contra Amnistía Internacional debe catalizar la acción global. Por último, estamos empezando a escuchar algunas intervenciones más enérgicas de Europa y los Estados Unidos. El gobierno canadiense en dos ocasiones a través de Twitter ha expresado su preocupación; sin duda la bienvenida en el mundo “twiplomado” de hoy. Ahora estamos buscando una fuerte declaración pública de la Primera Ministra de Asuntos Exteriores Chrystia Freeland.
Los gobiernos tienen que dejar muy claro que esto es serio, que no es algo normal el hecho de que en Turquía la situación de los derechos humanos empeore cada día. Ahora no es el momento de poner excusas, es hora de liberar a los líderes de Amnistía Internacional, activistas encarcelados y a todos los defensores de derechos humanos y periodistas.
Foto de ymphotos.