Lunes, 14 de noviembre, 2022
Pérez, Johny
El Estado venezolano está en deuda con los profesionales de la salud, quienes llevan años protestando debido a que no pueden costear sus necesidades básicas y tienen que atender a pacientes sin insumos en los hospitales públicos
El derecho a la salud en Venezuela está severamente afectado y se manifiesta en las continuas protestas que han protagonizado el gremio médico y de la enfermería alrededor del país. Tienen años exigiendo lo mismo: insumos médicos suficientes para atender a los pacientes, acondicionamiento de los hospitales y salarios que le permitan vivir dignamente.
Los profesionales de la salud se enfrentan de manera recurrente a la falta de equipos de bioseguridad, el colapso de las estructuras físicas de los hospitales, las fallas del servicio eléctrico y de agua; además, deben sobrevivir con un salario que ni siquiera les permite adquirir la canasta básica alimentaria.
“Hemos venido denunciando desde el año 2018 la crítica situación que impide que los pacientes de nuestros hospitales públicos reciban atención de calidad, también denunciamos la precaria situación que nos impide trabajar en condiciones óptimas y vivir con dignidad, derechos que están establecido en la Constitución”, relata Ana Rosario Contreras, presidenta del Colegio de Profesionales de Enfermería del Distrito Capital para Amnistía Internacional Venezuela.
“Laboramos en condiciones indecentes y con unos salarios insuficientes. Trabajamos en condiciones contrarias a lo establecido en la Constitución y en los convenios internacionales, esto por supuesto ha incrementado la espiral de migración laboral, fenómeno que se viene dando y que afecta de manera inevitable la salud de los venezolanos”, señaló.
En vista de que las denuncias no han sido escuchadas por parte del Estado venezolano, pacientes y familiares, así como personal de salud, han protagonizado al menos 581 manifestaciones en lo que va de año, según estimaciones del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS).
El día a día de un trabajador sanitario
Ejercer la medicina en el país se ha convertido en una dura tarea, en vista de que los profesionales de esta área no son ajenos a la crisis económica que golpea a la sociedad venezolana en general.
“Es levantarse y tomar la decisión de si desayuno yo o desayuna mi hijo. Porque lamentablemente el salario que percibimos no nos permite tener una alimentación balanceada, y a veces preferimos pasar hambre y el poco alimento que podamos tener destinarlo a nuestros hijos o a nuestros padres mayores”, contó Contreras.
Eso apenas es el comienzo de una dramática rutina, posteriormente tienen que trasladarse hasta el centro asistencial donde laboran, lo que es complicado al no contar con los recursos para costear el pasaje de la unidad de transporte. Por lo tanto, quien ejerce la enfermería en Venezuela se ve obligados a “pedir cola o caminar” hasta su lugar de trabajo, inclusive quienes viven en zonas aledañas a Caracas, mientras que otros se decantan por utilizar el Metro (medio de transporte subterráneo), que en la actualidad presta un servicio deficiente.
La dura realidad no termina allí, pues las enfermeras que representan 80% del personal médico venezolano están expuestas a otras situaciones dramáticas en sus lugares de trabajo, las cuales se suman a las ya difíciles circunstancias que tienen que enfrentar en sus hogares.
“Las carencias que tenemos en nuestros hospitales nos impiden el ejercicio de las buenas prácticas profesionales y eso genera una carga emocional muy agotadora. Aquí no solo está en riesgo la salud física de las enfermeras, sino también la salud mental porque no es fácil tener conocimientos de cómo intervenir en un proceso médico y no disponer de los recursos, entonces el día a día de la enfermera es altamente estresante”, subrayó.
La situación empeora cuando se ven obligadas a continuar procedimientos quirúrgicos o de cuidado del paciente bajo la luz de linternas de sus propios teléfonos celulares debido a los cortes de electricidad que vienen afectando al país desde ya hace varios años.
“El día a día de una enfermera en Venezuela está cargado de estrés, precariedad y parece interminable. Hoy vemos a mujeres y hombres con sus uniformes sucios, con zapatos rotos, y que técnicamente trabajamos de gratis porque nuestra labor no está remunerada en el país, los salarios que percibimos prácticamente son inexistentes”, dijo.
La situación no es distinta para los médicos, quienes también sufren este panorama complejo día tras día, sobre todos los jóvenes médicos, denunció el doctor Jaime Lorenzo, director ejecutivo de la ONG Médicos Unidos de Venezuela (MUV).
“Primero tiene que tomar una decisión importante sobre cómo trasladarse al hospital y ver si puede o no desayunar. Porque los jóvenes no han tenido la posibilidad de tener las condiciones básicas de vida, a diferencia de médicos graduados hace más de 20 años que lograron adquirir vivienda, vehículos y tener una cierta estabilidad”, asevera Lorenzo.
A su vez, afirmó que un médico joven en Venezuela devenga un sueldo de entre 110 a 120 dólares, cifra que no le permite tener calidad de vida al tener que costear el pasaje en el transporte público y pagar servicios como el internet en su teléfono celular para continuar con su formación, además de adquirir alimentos para su familia.
Bajo esas circunstancias, los médicos jóvenes se ven obligados a remitir a muchos pacientes al sector privado. Al mismo tiempo “afrontan agresiones de los familiares de los pacientes porque, junto con las enfermeras, son quienes dan la cara ante la imposibilidad de atender adecuadamente en hospitales arruinados”.
Igualmente, considera que el panorama actual en el sector está comprometiendo el futuro de los trabajadores, en vista de que los jóvenes no están teniendo la oportunidad de desarrollarse como profesionales a pesar de ya tener una formación académica.
“El médico que ya tiene 20 años de graduado está viendo el daño que se está produciendo en las nuevas generaciones del gremio de la salud. Los jóvenes que están estudiando una especialidad en medicina no pueden poner en práctica los conocimientos por falta de insumos y equipos en los hospitales. Ese joven que está próximo a graduarse, como por ejemplo, un residente de cirugía que esté en su tercer año de postgrado necesita más de 400 operaciones, pero es posible que no llegue a las 150 del nivel y la complejidad necesaria para conferirle el título de especialista. Esto provoca una gran decepción y abandono en los estudiantes de distintas ramas de salud por el poco apoyo que brinda el Estado en acondicionar los centros de salud para su aprendizaje”, explicó.
Estrés y hambre
La situación ya va mucho más allá del estrés y afecta a todo el equipo multidisciplinario del sector salud, el cual está formado para salvar vidas, pero no bajo las crudas circunstancias actuales, donde una enfermera se ve obligada a usar un solo par de guantes con todos los pacientes, lo que puede generar enfermedades intrahospitalarias en un contexto infectocontagioso.
A su vez, los médicos tienen que tomar la difícil decisión de qué paciente ingresar por lo pocos cupos que hay, tomando en cuenta la situación de una determinada persona, por lo que “se está estableciendo una especie de discriminación”, dice Contreras.
“Ver a una persona enferma o herida, que además tenga hambre y que no haya nada en el hospital para darle de comer es un panorama desesperante que ven todos los días el personal de salud. Por eso hoy existe un alto porcentaje de profesionales altamente estresados con crisis depresivas porque el Estado, que debe ser responsable de dotar los hospitales, utiliza los medios de comunicación para aparentar estar arreglando los centros de salud pero, la realidad es que no resuelven los problemas de fondo”, resaltó la profesional de enfermería.
En días recientes, una protesta en el Hospital Universitario de Caracas se viralizó en las redes sociales, donde los trabajadores denunciaron que no hay servicio de alimentación para los pacientes. “Eso es una tomografía de todos los hospitales de Venezuela”, afirmó Contreras.
La defensora de derechos humanos mostró su preocupación producto de esa situación, las personas no pueden tener una dieta balanceada de acuerdo a sus patologías.
“La protesta en ese hospital generó que buscaran bolsas Clap (Bolsas con pocos artículos de la canasta alimentaria a bajo costo) para dársela a los trabajadores. Es decir, aquí cuando un trabajador denuncia siempre hay un mecanismo de control social, en lugar de resolver, lo que buscan es silenciar la voz de los trabajadores que se han levantado en protesta por los pacientes y ellos mismos”, resaltó.
El doctor Lorenzo, quien es experto en salud pública, detalló que desde ya hace bastante tiempo los hospitales perdieron la capacidad de tener un presupuesto para la dotación de insumos, donde también estaba incluido el plan de alimentación, el cual cumplía con características especiales para que los pacientes contaran con alimentos balanceados respondiendo a una dieta según sus padecimientos.
En la mira de la represión
Contreras denuncia que el personal médico en general ha sido blanco de amenazas por ejercer su derecho a la protesta. “Protestar en Venezuela es prácticamente considerado un delito. En los últimos meses eso ha venido recrudeciéndose, se ha llegado al extremo cuando hemos tratado de realizar reuniones con los demás sectores. En dos oportunidades en la sede del Colegio hemos recibido la visita de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) y en otra oportunidad tuvimos la presencia del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) a escasos metros del lugar. Estamos convencidos de que es un mensaje que nos está enviando el gobierno para intimidarnos, pero no podemos quedarnos callados ante la situación crítica que viven nuestros hospitales”, sostuvo.
Además, señala que a la presidenta del Colegio de Enfermería de Trujillo le prohibieron la entrada en los hospitales. “Hay un patrón represivo, de hostigamiento, de judialización hacia los líderes de todos los sectores, específicamente el de enfermería con el oscuro propósito de silenciar las denuncias que estamos haciendo y seguiremos haciendo”.
Covid-19, otro golpe al sector salud
En marzo de 2020 se detectaron los primeros casos de Covid-19 en el país, situación que generó mucha preocupación en la sociedad venezolana ante la precariedad que ya era evidente en el sector salud, por lo tanto, la situación se agravó.
“La pandemia del Covid-19 puso en evidencia la fragilidad del sistema de salud venezolano. El impacto fue fuerte por la falta de equipos de bioseguridad ideales, además del colapso de nuestros hospitales”, sostuvo Contreras.
Además, subraya que, durante los picos más agresivos del virus, los trabajadores de la salud no contaron con un protocolo para ser sometidos a pruebas PCR, por lo que muchos contrajeron el virus y nunca se enteraron.
“El Covid-19 generó mucho estrés, dolor y muertes. Además, demostró que en Venezuela nuestro sistema de salud no satisface las verdaderas necesidades que tienen los venezolanos en materia de salud”, afirmó la presidenta del Colegio de Enfermería.
A raíz de esta situación, muchos profesionales de la enfermería decidieron abandonar sus puestos de trabajo en medio de la pandemia, debido al temor de contagiarse ellos y contagiar a sus familiares, como en efecto en muchos casos ocurrió y no tener como garantizar una atención de calidad.
Entretanto, MUV se encargó de levantar una data de trabajadores sanitarios fallecidos a causa del virus debido “a un oscurantismo de la información” por parte del Estado. La ONG siguió un criterio epidemiológico, clínico y el sentido común para levantar la estadística desde el primer momento que se produjo el primer deceso hasta el 31 de enero de 2022, fecha en la que la organización consideró que el número de nuevos contagios ya estaba en cifras bastantes bajas.
Las cifras recabadas por MUV (entre 2020 hasta enero de 2022)
• 823 fallecidos del personal sanitario
• 565 médicos
• 166 enfermeras
• 92 otros profesionales y obreros
Ya está cerca de culminar este año 2022 y a juicio de Contreras en este momento “hay una sensación de que la pandemia está controlada”. Sin embargo, todavía se están detectando casos y por ende el personal médico requiere de medidas de protección, al denunciar que hay otras enfermedades peligrosas en los centros asistenciales.
“No solamente es el Covid-19, también tenemos casos de tuberculosis, hepatitis y para ese tipo de enfermedades que son transmisibles, pues necesitamos que el personal de salud esté dotado de los equipos de bioseguridad, situación que lamentablemente no está sucediendo”, denunció.
Tratar de reinventarse, todo un desafío
A propósito de la crisis socioeconómica, los profesionales de salud como el resto de los venezolanos, se han visto en la necesidad de buscar hacer otras cosas dentro o fuera de su profesión para intentar sobrevivir ante una economía dolarizada e hiperinflacionaria, al devengar un sueldo mínimo de 130 bolívares (alrededor de 16$), el cual con ciertas compensaciones puede llegar a bs. 200, cuyo poder adquisitivo es insuficiente para cubrir las necesidades básicas. La canasta alimentaria para una familia en Venezuela supera los 450 dólares.
Esto generó que durante la pandemia los profesionales de la salud comenzaran a dedicarse a la atención domiciliaria, por lo que en muchos de los casos sus ingresos fueron superiores a la que percibían en sus puestos de trabajo originales.
En el caso del gremio de enfermería muchos comenzaron a dedicarse a la cosmetología o a cuidar a pacientes en sus domicilios, mientras que otras tuvieron que dedicarse a la economía informal y trabajar en mercados de ventas de alimentos. En algunos casos aún siguen asistiendo a los hospitales y al concluir sus turnos salen a laborar de esta manera.
“Esto se produce por la crisis económica que nos afecta, que ha hecho que el personal de salud participe en oficios para los que no fuimos formados académicamente, pero que en este momento les permite tener un ingreso para poder hacer frente a la feroz hiperinflación que hoy afecta a los venezolanos”, explicó.
Éxodo del personal médico
Este complejo panorama ha llevado a emigrar a más de 6.000 profesionales de esta área, de acuerdo al Colegio de Profesionales de Enfermería, cifra que se queda corta, porque solo corresponde a aquellos que solicitan una documentación para ejercer su profesión en otros países; mientras que hay un número significativo que renuncia o simplemente deja de asistir para dedicarse a otro oficio.
“Estamos convencidos que el déficit de enfermeras en el país supera el 70%. Para hablar de atención de calidad el número debería rondar 120.000 enfermeras, hoy a duras penas llegamos a 35.000”, aseveró.
Entretanto, la Federación Médica Venezuela (FMV) estimaba para agosto de 2021 que más de 40.000 médicos venezolano se habían ido del país.
Llamado al Estado
A juicio de la profesional de la salud para revertir esta situación deben establecerse medidas gubernamentales efectivas a través de un cambio del modelo político. “En lugar de diagnosticar los problemas que afectaban los hospitales y corregirlos, lo que hizo el gobierno fue crear un sistema de salud paralelo y se colocaron personas a gerenciar que no han tenido la capacidad y eso se ve reflejado en la grave crisis que hoy tenemos” enfatizó Contreras.
Para Lorenzo es clave que el gobierno nacional entienda que las políticas destinadas a garantizar el derecho a la salud, educación y alimentación tienen que salir de la discusión articulada con todos los sectores afectados para que haya una verdadera solución.
Entretanto, el gremio de la salud se mantiene protestando en Venezuela por el cumplimiento de sus derechos humanos, por trabajar en condiciones óptimas y por devengar salarios que les permitan vivir y desarrollarse sin limitaciones.
Foto: tomada de la cuenta de Twitter de Ana Rosario Contreras (@Sharo1412)