Viernes, 17 de julio, 2020
Montilla, Evelyn
He visto niños afortunados sonrientes y amados que juegan a ser piratas, a construir mundos y espacios soñados. He visto niños adultos con sudor en su frente de tanto trabajar. Con escardillas y clavos que no son para jugar. Niños simplemente niños con sueños de cristal, unos sueñan con juguetes y otros con poder desayunar. Nuestros niños y niñas deben disfrutar de sus derechos humanos; simplemente merecen ser felices no un solo día sino siempre, disfrutar, sonreír, y soñar.
Hoy, como todos los años, en el tercer domingo de julio; se celebra el día de los niños y niñas en Venezuela. Está celebración está vigente en el país desde 1990. Su objetivo principal es concienciar a la sociedad de la importancia de dar a los más pequeños la oportunidad de disfrutar de su infancia y, por ende, disfrutar de los derechos humanos estipulados en la Convención sobre los Derechos del Niño, la Constitución Nacional y la LOPNNA
Pero, ¿tendrán algo que celebrar los niños este año? Ante la pandemia por la COVID-19 no ha sido un año fácil para nadie; al mundo entero le ha tocado afrontar muchas consecuencias negativas. Y la población venezolana no ha sido la excepción; desde los más jóvenes hasta los más ancianos han tenido que adaptarse a una normalidad relativa pasando por mucho miedo e incertidumbre. Hoy en día, los venezolanos viven sufriendo por un mañana que es incierto.
En Venezuela existen muchas situaciones dónde los niños, niñas y adolescentes ven vulnerados sus derechos humanos desde las consecuencias que ya sufren por la crisis social que atraviesa el país y ahora se le han añadido las medidas sanitarias de la COVID-19. En estos momentos, muchos son los que se encuentran hospitalizados con patologías crónicas y no reciben la alimentación ni los medicamentos e insumos que requieren sus frágiles vidas. Estás medidas sanitarias están afectando en gran escala a los niños, niñas y adolescentes que deben trasladarse desde el interior del país a Caracas a recibir sus quimioterapias y demás tratamientos. En medio de todo esto; el deber de garantizar su salud es vital.
También es importante resaltar los niveles sin precedentes de desnutrición e inseguridad alimentaria que viven los niños, niñas y adolescentes. Recientemente a través de la ENCOVI 2019-2020 se conoció la situación nutricional de los niños menores de 5 años, de acuerdo con el indicador peso-edad, revela que alrededor de 21% se encuentra en riesgo de desnutrición y 8% está desnutrido. Este nivel se distancia considerablemente del registro en Colombia (3,4%), Perú (3,2%) o Chile (0,5%). Igualmente, según el indicador talla-edad se ha estimado en 30% quienes se encuentran en desnutrición crónica: 639 mil niños menores de 5 años.
Cómo ciudadanos comunes podemos constatar estos datos a simple vista o conversando con el primer niño que se nos cruce en la calle. Hace poco tuve la oportunidad de relacionarme con un niño de diez años con estatura y peso aproximadamente de un niño de seis años, su cuerpo delgado y su rostro muy cansado; me comentó que tiene siete hermanos que deben salir a pedir comida a diario y si tienen suerte comen una vez al día. Su hermana menor de seis meses se alimenta con tetero de agua con sal o con azúcar según lo que consiguen a parte de la leche materna de la madre que pasa días sin comer para que sus hijos se alimenten. Me decía por más que mi papá trabaje sembrando no nos alcanza el dinero para la comida. Es verdad que son muchos los factores que influyen en esta familia, pero no existe ningún tipo de programa social que garantice la calidad de vida a los venezolanos.
Tampoco podemos olvidar los niños y niñas que se encuentran en sus hogares por las medidas sanitarias de la COVID-19 quienes deben permanecer encerrados en sus casas sin ninguna solución o alternativa para disfrutar de su derecho a la recreación, esparcimiento y juego. Es evidente la desigualdad entre los niños con mayores oportunidades económicas y los que no la tienen; les toca estar en sus hogares muchas veces sin luz, agua o algún juego que haga más llevadero su encierro. Los padres, madres y cuidadores se encuentran de manos atadas sin ningún tipo de estrategias o acompañamiento psicosocial, les toca afrontar este contexto de estrés, angustia e incertidumbre cuando han transcurrido más de 110 días de aislamiento social, muchos han perdido sus empleos y estas condiciones pueden generar el maltrato hacia los menores de edad.
A todo esto se suma el anuncio reciente del ministros de Educación, quien informó que el año escolar 2020-2021 iniciará online, pese a las constantes fallas de internet y de energía eléctrica que han afectado a muchos hogares venezolanos y por ende a una gran población estudiantil muchos de los cuales no cuentan con teléfonos inteligentes ni computadoras en sus hogares. De esta manera, se le está vulnerando su derecho a una educación de calidad.
Durante esta crisis social que atraviesa Venezuela he visto niños afortunados sonrientes y amados que juegan a ser piratas, a construir mundos y espacios soñados. He visto niños adultos con sudor en su frente de tanto trabajar. Con escardillas y clavos que no son para jugar. Niños simplemente niños con sueños de cristal, unos sueñan con juguetes y otros con poder desayunar. Nuestros niños y niñas deben disfrutar de sus derechos humanos; simplemente merecen ser felices no un solo día sino siempre, disfrutar, sonreír, y soñar.
En medio de esta situación tan difícil, afortunadamente son muchas las personas y ONG que día a día se encuentran dedicadas a la promoción y defensa de derechos de los NNA. Pero siempre habrá mucho por hacer y todos somos necesarios para darles un presente mucho mejor y amigable a quienes serán participe del futuro que tanto soñamos. Es importante resaltar que el Estado es quien debe darle la atención y protección que merecen; fortaleciendo las instituciones públicas donde se garanticen sus derechos y adoptando medidas inmediatas para superar los problemas en el acceso a educación, medicamentos, alimentos y recreación.