Viernes, 08 de noviembre, 2019
Luis Alvarenga

El corte en el suministro eléctrico trajo consigo graves consecuencias, que solo agravó la ya terrible situación que sufren los venezolanos: la escasez de agua se profundizó (90% de la capital zuliana, Maracaibo, no tiene agua desde el 27 de marzo), los pocos alimentos que tenían en neveras y refrigeradores se descompusieron, la distribución de gas se paralizó y por tanto las familias tuvieron que cocinar con leña


Los venezolanos sufren graves vulneraciones a sus derechos humanos desde que el pasado 7 de marzo se registró la primera falla nacional del sistema eléctrico. Aunque el vital servicio público fue reestablecido parcialmente en el país, en el estado Zulia la historia ha sido otra.

En el occidente del país, el Zulia es el estado más poblado de Venezuela, conocido por el inclemente calor, pero también por su otrora poderosa producción ganadera, agrícola y, por supuesto, petrolera. Sin embargo, desde hace algunos años la región es también objeto de constantes fallas eléctricas, aunque desde este mes de marzo la situación se agravó.

Trabajadores de la empresa estatal Termozulia, encargada de producir y distribuir la electricidad en la entidad, señalaron que antes del “apagón” del 7 de marzo el sistema local estaba trabajando solo con el 15% de su capacidad, por lo que no pudo suplir la falta de energía proveniente de la Central Hidroeléctrica “Simón Bolívar” (conocida popularmente como “El Guri”) ubicada en el estado homónimo al sureste del país. Es decir, la electricidad que deberían utilizar los zulianos atraviesa todo el país para poder llegar a los hogares.

“Como todo el parque eléctrico está por el suelo, el Zulia se lleva la peor parte porque está de último en la cola del Sistema Interconectado Nacional (SIN)”, declaró un extrabajador de Corpoelec, la empresa estatal de energía eléctrica en Venezuela.

Más tarde, el 25 de marzo, se produjo un segundo corte nacional del servicio eléctrico. Pese a que en algunas zonas del país el suministro se había reestablecido parcialmente, en el Zulia esto no había ocurrido. Medios venezolanos difundieron las denuncias que los ciudadanos publicaron en las redes sociales, cuando la cobertura telefónica aún no había colapsado.

Usuarios de Twitter informaron que algunas de las localidades afectadas son Catatumbo, el municipio Francisco Javier Pulgar, Machìques y Ciudad Ojeda. “Ocho días sin luz, desde el lunes 25 a la 1:35 pm”, escribió una mujer.

Rubén Turtulici, habitante de Maracaibo, reportó que la ciudad ha permanecido hasta 120 horas (5 días) sin servicio eléctrico, lo que también ocasiona la suspensión del suministro de agua, que se ha prolongado hasta por 2 semanas continuas.

“Nosotros estuvimos 120 horas continuas sin electricidad. Actualmente no hay servicio de agua potable, desde hace 2 semanas no llega y cuando hubo, solo duró medio día nada más porque viene por gravedad”, relató.

Muchas personas han manifestado su descontento por la situación y han exigido a las autoridades la solución a la crisis, pero han sido reprimidas por parte de las fuerzas de seguridad del Estado.

“En una manifestación en Maracaibo vi como la policía regional del estado Zulia y la Guardia Nacional Bolivariana le disparaban gases lacrimógenos directamente a las personas que estaban en la calle pacíficamente protestando por las fallas en los servicios, quienes en su mayoría eran personas de la tercera edad. No fue una represión para dispersar a la manifestación, no tuvieron piedad. La policía los acorralaba... fue un desastre”.

En estas manifestaciones, efectivos de los cuerpos de seguridad del Estado agredieron a la periodista Elsy García, locutora de la emisora Voz Estéreo 88.9 FM, al ser impactada por una de estas bombas lacrimógenas mientras realizaba su labor en Maracaibo.

Graves Consecuencias

El corte en el suministro eléctrico trajo consigo graves consecuencias, que solo agravó la ya terrible situación que sufren los venezolanos: la escasez de agua se profundizó (90% de la capital zuliana, Maracaibo, no tiene agua desde el 27 de marzo), los pocos alimentos que tenían en neveras y refrigeradores se descompusieron, la distribución de gas se paralizó y por tanto las familias tuvieron que cocinar con leña.

“No se me ha dañado ningún electrodoméstico o equipo electrónico, pero sí se perdió comida. No tenía mucha porque no podemos tenerla refrigerada debido a la falta de electricidad, por lo que hay que salir a buscar cada día a la calle a ver qué se encuentra y adquirirla en bolívares o dólares”.

Además, se registraron saqueos a cientos de comercios en la ciudad de Maracaibo, en donde los daños materiales por la violencia se sumaron a los ya causados como consecuencias de los apagones y las fluctuaciones en el servicio.

Ante el incesante calor, los zulianos tuvieron que dormir fuera de sus viviendas, quedando expuestos a la inseguridad, a las enfermedades transmitidas por mosquitos y otros animales, así como a la complicación de condiciones crónicas en las personas, en un país con 85% de escasez de medicinas e insumos médicos y en donde la falta de respuestas efectivas por parte de las autoridades ha convertido a Venezuela en uno de los países más violentos e inseguros del mundo.

“No hubo presencia policial en las calles para resguardar a las personas durante los apagones. De hecho, los colectivos (grupos de personas armadas que defienden los intereses gubernamentales) en mi comunidad han amenazado a las personas de que si salen a protestar les van a disparar”, señala.

En el país con las mayores reservas de petróleo y una de las refinerías más grandes del mundo cerca del estado Zulia (Centro de Refinación Paraguaná), los combustibles también escasean. Colas de varias cuadras se ven constantemente en Maracaibo, bajo el inclemente sol.

“Las colas son interminables para llenar los tanques de los vehículos con gasolina, se puede estar hasta 24 horas en cola, porque pocas estaciones de servicio tienen planta y las otras trabajan cuando hay electricidad. Las personas duermen en las colas para esperar que funcionen las bombas y, en el poco tiempo que funcionen, surtir gasolina. Quienes no pueden hacer las colas porque trabajan o tienen otras ocupaciones tienen que recurrir a la gasolina revendida, que podría costar 5 dólares los 5 litros de combustible”, explica Turtulici.

Esta escasez de combustible, producto de los apagones y de la caída en la producción y refinación de petróleo, impacta en el servicio de transporte público en el país. En Maracaibo los autobuses son casi inexistentes y quienes se aventuran a recorrer la ciudad deben vivir un calvario para lograrlo.

“No hay transporte público en una ciudad de más de 3 millones de habitantes. Tenemos que subirnos a camiones como ganado y si acaso los consigues. Por eso la gente camina para hacer sus diligencias y muy de vez en cuando ves un autobús”, agrega.

Respuestas tardías e insuficientes

Días después del segundo corte general de electricidad, las autoridades venezolanas informaron sobre un plan de racionamiento para todo el país. El gobernador del estado Zulia, Omar Prieto, indicó que en la entidad solo habría servicio durante cuatro o seis horas diarias. Sin embargo, señaló que solo 30% de la Costa Oriental y Occidental del Lago de Maracaibo ha podido contar con electricidad –de forma inestable-

“Mi comunidad está ubicada dentro de un circuito eléctrico donde tenemos de 4 a 6 horas con electricidad al día. Del resto, estamos hablando de 18 a 20 horas sin servicio y sin saber cuándo volveremos a tener suministro”

“Tampoco tenemos servicio de telefónico de la empresa del Estado (Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela, Cantv), la señal móvil es muy pobre y cada vez que no hay electricidad esta se cae. Esto ocasiona que no sabemos nada de lo que está pasando, no podemos acceder a las redes sociales para enterarnos de lo que ocurre. Nada”.

En el caso de los hospitales, el gobernador ordenó tomar las plantas eléctricas portátiles que no estén siendo utilizadas por comercios o instituciones públicas para instalarlas en los centros de atención médica.

“Donde hay una planta eléctrica que no esté en uso, es responsabilidad de los alcaldes buscarlas e instalarlas en los hospitales”, fue la orden del gobernador, pese a que todos los centros médicos del país deberían contar con sus propias plantas eléctricas de emergencia.

Sin embargo, Turtulici alerta sobre la grave situación de los hospitales en la capital zuliana, en donde la falta de electricidad impide el tratamiento efectivo hasta de las enfermedades más básicas.

“Mi esposa trabaja en un hospital, que cuenta con planta eléctrica, pero no tienen ningún tipo de insumo médico. Todo lo tienen que comprar los pacientes y cuando ellos van a la farmacia no pueden pagar porque no hay electricidad y, por ende, el punto de venta para pagar con tarjeta no funciona, solo aceptan efectivo. Los pacientes se mueren por falta de insumos”, enfatiza Turtulici.

Venezuela es el país con la mayor tasa de inflación del mundo, que ha superado el millón porcentual anualizado de acuerdo a organismos internacionales y a la Asamblea Nacional.

Además, ha tenido 2 reconversiones del cono monetario en menos de 20 años para quitar ceros a las cada vez más crecientes cifras, pero estas medidas han sido insuficientes para permitir que las personas puedan adquirir productos, ya que la escasez de dinero en efectivo y su baja denominación es aplastada por la inflación.

La situación de los zulianos es una de las más graves en Venezuela, un país que antes de las fallas eléctricas ya atravesaba una severa crisis de derechos humanos y que ahora se ve profundizada.

Urge que las autoridades venezolanas tomen medidas concretas para garantizar en el corto, mediano y largo plazo los derechos humanos de todas las personas en el país, ya que incluso la carencia de electricidad puede costar vidas.