Miércoles, 11 de septiembre, 2019
Ontivero, Kristhian

Siempre y cuando un conflicto se aborde de forma correcta y se pongan en marcha las diferentes técnicas de resolución pacífica de conflictos que existen, es posible transformar situaciones violentas y poco agradables en un espacio donde todos los involucrados podamos participar, aprender y crecer


Conflictos, los hay de todos los tamaños y forman parte de nuestro día a día; ya sea en el trabajo, en el vecindario e incluso en las instituciones educativas, los conflictos siempre están presentes y son inherentes a todas las relaciones humanas. Pero ¿qué entendemos por conflicto? Para el renombrado profesor Jares, conocido por su amplio trabajo en el campo de la educación para la paz, un conflicto es “aquel proceso de incompatibilidad entre personas, grupos o estructuras sociales, mediante el cual se afirman o perciben intereses, valores y/o aspiraciones contrarias”. Asimismo, todo conflicto consta de tres elementos fundamentales: personas, proceso y el problema o diferencia.

A lo largo de la historia se le ha atribuido a la esencia de la palabra “conflicto” una connotación negativa. Cuando pensamos en un conflicto se nos viene a la mente una confrontación o diferencia entre dos partes que termina en una respuesta violenta; sin embargo, el conflicto humano per se no implica violencia, más bien es la gestión del conflicto, es decir, la manera de abordar el conflicto y la forma en la que se maneje, lo que será vital para determinar su resultado. ¿Alguna vez habías imaginado que un conflicto que se logra canalizar de forma correcta puede llegar a ser una oportunidad para generar un cambio positivo? Sí, tal como lo señala el proyecto “duIN!” en su guía de “Resolución Pacífica de Conflictos”, el conflicto también cuenta con aspectos muy positivos:

• Evita los estancamientos, estimula el interés y la curiosidad, es la raíz del cambio personal y social, y ayuda a establecer las identidades tanto personales como grupales.

• Ayuda a aprender nuevos y mejores modos de responder a los problemas, a construir relaciones mejores y más duraderas, a conocernos mejor a nosotros mismos y a los demás.

Siempre y cuando un conflicto se aborde de forma correcta y se pongan en marcha las diferentes técnicas de resolución pacífica de conflictos que existen, es posible transformar situaciones violentas y poco agradables en un espacio donde todos los involucrados podamos participar, aprender y crecer. Depende de nosotros, los ciudadanos en búsqueda de un mundo más justo y en donde haya una mayor convivencia, dejar en el pasado la vía violenta para solventar las diferencias y dotarnos de conocimientos y herramientas que nos sirvan no solo para prevenir, sino también para afrontar de forma constructiva todo tipo de conflictos. Como lo señala Jacques Delors en el informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el siglo XXI, “la educación  constituye un instrumento indispensable para que la humanidad pueda progresar hacia los ideales de paz, libertad y justicia social”. Es imprescindible que como sociedad aprendamos a vivir juntos, desarrollemos la comprensión del otro y nos preparemos para darle a los conflictos de cualquier índole que puedan surgir una solución pacífica.


Se entiende por “técnicas de resolución pacífica de conflictos” la suma de los métodos y las técnicas diseñadas para brindarle a las partes en conflicto una solución pacífica que logre la satisfacción de sus intereses. El capítulo VI de la “Carta de las Naciones Unidas”, que se enfoca en el arreglo pacífico de controversias, menciona en el artículo 33 algunas de las técnicas mayormente utilizadas ante un conflicto: la negociación, la mediación y el arbitraje. Según la Cátedra de la Paz y Derechos Humanos “Monseñor Oscar Arnulfo Romero” de la Universidad de Los Andes, “la negociación es un proceso mediante el cual las partes involucradas en un conflicto buscan soluciones alternativas y satisfactorias de acuerdo a sus intereses y sin menoscabar los intereses del otro”; en otras palabras, es tratar un asunto para llegar a un acuerdo o solución que satisfaga a ambas partes. No obstante, al momento de negociar es necesario que tengamos claro ciertos aspectos clave que nos servirán para encauzar el proceso hacia un resultado exitoso, como el establecimiento de los objetivos y las metas a alcanzar, al igual que los límites a los que se pretende llegar y los valores que guiarán la acción; lo que se va a pedir; la manera en que se va a hacer; tener diferentes opciones para evitar el cierre en una sola acción y dar otra propuesta en caso de que la que se presente no sea aceptada o la más correcta. (Carrillo, 2011).

Por otra parte, la mediación también supone una técnica de resolución pacífica de conflictos en la que una persona o grupo externo al conflicto interviene y ayuda a las partes involucradas a llegar a una resolución del problema. Usualmente se recurre a la mediación cuando las partes en conflicto no logran ponerse de acuerdo y buscan a un mediador que desde el umbral de la imparcialidad les guíe en la búsqueda de una solución. El mediador no tiene autoridad para imponer una solución, simplemente es alguien entrenado para asistir a otras personas en conflicto y guiarlas hasta que sean ellos mismos quienes lleguen a una solución consensuada. Finalmente llegamos al arbitraje, que a diferencia de la mediación es un modo de resolución de conflictos en el que un tercero, a quien se le ha atribuido con poder, decide la resolución que le parezca justa en relación al conflicto presentado; la Cátedra de la Paz lo define como “un mecanismo mediante el cual los conflictos pueden ser resueltos por particulares que no revisten la calidad de jueces estatales conforme a reglas de equidad”.

Afrontar los conflictos de manera constructiva y no de una forma violenta nos permite crear espacios de aprendizaje que nos acerquen cada día más hacia una cultura de respeto y convivencia ciudadana. Ser capaces de escuchar y ser escuchados es la llave hacia un futuro donde reinen las relaciones interpersonales más sanas y diversas, uno en donde la diversidad se celebre en lugar de ser motivo de disputas. Ya lo decía Martin Luther King una vez, “hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”.

 
Foto: ShutterStock

 

Referencias:

Carrillo N. (2011). Resolución pacífica de conflictos. Recuperado de: http://webdelprofesor.ula.ve/arquitectura/rojomaria/P/Nathalie%20Carrillo.pdf.

Cátedra de la Paz y Derechos Humanos “Mons. Oscar Arnulfo Romero” (2001) “Cuaderno para la Paz”. Número 16. Mérida, Venezuela.

Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación para el Siglo XXI. Recuperado de: http://www.unesco.org/education/pdf/DELORS_S.PDF

ONU. Carta de las Naciones Unidas. Recuperado de: https://www.un.org/es/sections/un-charter/chapter-vi/index.html

Proyecto duIN! Guía de Resolución Pacífica de Conflictos. Recuperado de: https://www.ucm.es/data/cont/media/www/pag-50196/documentos/Gu%C3%ADa%20duIN.pdf