Martes, 13 de noviembre, 2018
Alvarenga, Luis Miguel
Prissila Solórzano es una mujer trans y activista de derechos humanos que ha dedicado su labor al reconocimiento de la comunidad LGBTI como personas con igualdad de derechos, y que también sufren las consecuencias de la emergencia humanitaria compleja por la que atraviesa venezuela
Las personas en Venezuela viven y padecen una emergencia humanitaria compleja que afecta todos los aspectos de sus vidas y vulnera sus derechos humanos, debido a la no garantía de estos por parte de las autoridades. Las personas trans se encuentran gravemente afectadas por la falta de acceso a medicamentos, a la educación, al área laboral y la vulneración de su derecho a la identidad.
La activista de derechos humanos, Prissila Solórzano, destaca la imperiosa necesidad de que este grupo social se movilice por sus derechos humanos, se empodere de ellos y exija a las autoridades que garanticen no solo el derecho a la salud, sino también a la no discriminación y a la identidad.
“Somos invisibles ante la ley. Tenemos un documento, sí, pero eso no respalda nuestra identidad autopercibida, que me permita ser reconocida como Prissila a donde yo vaya, que permita que me traten como debería ser y no sea tomada como objeto de burla”, señala la también administradora y publicista venezolana.
El impedimento que las autoridades imponen, de forma fáctica, a la posibilidad de poder cambiar de nombre y género en sus documentos restringe a Prissila y a muchas otras personas trans a acceder a beneficios legales, financieros y sociales.
Afortunadamente, todavía en el país existen personas y organizaciones de la sociedad civil, como la Asociación Civil de Planificación Familiar (Plafam) y Fundación Reflejos de Venezuela que incluyen y atienden a quienes desean cumplir su voluntad de expresar el género que sienten.
Empezar de cero
“El proceso de transición comenzó cuando terminé el bachillerato. Sin embargo, cuando estaba estudiando yo realizaba cambios muy leves, porque no podía estar dentro de la institución vestida de mujer, no me podía maquillar mucho porque ‘tenía que dar el ejemplo’-según lo imponían las autoridades escolares-, aunque a veces igual iba con botines de tacones, maquillada o con pantalones bota ancha”, recuerda Prissila, quien apenas concluyó esta etapa académica decidió empoderarse de su derecho a expresar libremente el género que desea.
El director médico de Plafam y magister scientarum en ginecología, Dr. Enrique Abache, explica que para que una persona pueda comenzar el proceso de transición en Venezuela debe ser mayor de edad, o tener el consentimiento de sus padres, aunque en el caso de un adolescente emancipado se debe contar con la aprobación de un juez.
Prissila recibió el apoyo de la Fundación Reflejos al inicio de su transición, donde fue guiada e informada sobre las etapas del proceso y además fue remitida al doctor y psiquiatra Luis Madrid, quien se encargó de manejar el proceso de hormonización.
Luego, entró en contacto con Plafam, en donde colaboró de manera activa justo cuando esta organización venezolana iniciaba un programa de atención especial a las personas trans, que comprendía casi todas las etapas del mismo.
“Es muy importante la atención que Plafam da y que incluso haya tenido un programa especial para personas trans. Es una asociación civil que está muy sensibilizada con el tema, todos nos tratan con muchísimo respeto y les tengo mucha confianza”, destacó Prissila.
Pese al constante deterioro de la economía venezolana y la cada vez mayor dificultad para acceder a medicamentos, en Plafam todavía se mantiene la atención psicológica y de endocrinología a personas trans. Actualmente, el acompañamiento y asesoramiento en la etapa de hormonización está suspendida por la escasez de medicinas.
Las personas que solicitan información para comenzar la transición, mayormente jóvenes que quieren realizar el proceso completo y algunos adolescentes cuyos padres quieren que reciba terapia, cuentan con psicólogos, endocrinólogos y un laboratorio que les permite llevar a cabo las primeras etapas del tratamiento.
El doctor Abache señala que la etapa de atención psicológica se extiende por 3 meses, como mínimo, hasta que la persona recibe la aprobación médica para que pueda ser examinada por un endocrinólogo y se le recete el tratamiento requerido para la hormonización. El paso final, si la persona lo desea, es la realización de la operación para la reasignación de sexo, que en Venezuela es sumamente costosa y hay muy pocos especialistas en el área.
Transición en pausa
La hormonización de una persona para adoptar el género deseado es la etapa que podría llegar a extenderse más, ya que esta varía de acuerdo a la respuesta que da el organismo de quien toma e inyecta los medicamentos. Sin embargo, la situación se ha complicado gravemente desde hace varios años por el poco acceso que tienen los venezolanos a cualquier tipo de fármacos.
Amnistía Internacional publicó en el portal web Salida de Emergencia que la escasez de medicinas en Venezuela se ubica entre 80 y 90%, situación de la que no se escapan las hormonas ni los bloqueadores.
Prissila señala que las hormonas han dejado de llegar al país desde 2013. “Se podían conseguir, pero tenías que buscarlas mucho. En la actualidad es imposible encontrarlas, ni siquiera los bloqueadores se consiguen. Esta situación nos afecta porque debemos mantener un proceso hormonal de por vida. En mi caso, mientras no tome bloqueadores, mi cuerpo sigue generando testosterona y eso no beneficia a mi proceso de transición como mujer”.
Plafam tampoco escapa de esta situación y sus médicos han tenido que tomar la decisión de solo pasar a la etapa de hormonización si la persona que las requiere tiene seguridad de que conseguirá las pastillas e inyecciones.
“La administración de estas medicinas no se debe interrumpir una vez que haya iniciado, si no el proceso se revertiría si está en una etapa inicial. Lamentablemente, en estos momentos es realmente costosa la hormonización por el precio de las medicinas y la situación país. Conseguir Estrabiol en el país, por ejemplo, es extremadamente difícil”, añade el doctor Abache.
Además, la persona que decide realizar este proceso debe estar en constante evaluación médica, realizándose exámenes de laboratorio para atajar cualquier anomalía o reacción adversa a las hormonas, como una complicación en el hígado o, incluso, tratar al mismo tiempo casos de ansiedad o depresión. Todos estos medicamentos son prácticamente imposibles de conseguir en Venezuela y las autoridades no hacen nada por solucionar la situación.
“Creo que las personas trans deberían empoderarse del tema y asesorar a las demás personas que están desorientadas”, apunta Prissila para enfatizar la necesidad de reunir y fomentar el activismo por los derechos humanos para exigir a las autoridades que garanticen el acceso a las medicinas y reconozcan su identidad.
La activista recuerda que campañas de Amnistía Internacional, como #StopTransfobia, han tenido muy buena recepción e incidencia dentro de la sociedad venezolana, ya que los ciudadanos reconocen la igualdad de derechos de las personas trans y se suman a las exigencias.
Por ello, insta a quienes forman parte de este reducido pero importante grupo de personas que alcen la voz por sus derechos. “Tenemos que sentirnos seguros de quienes somos, proyectar que somos ciudadanos con derechos y deberes que deben ser reconocidos, así como insistir y persistir en cambiar los paradigmas que frenan nuestra plena integración en la sociedad”.