Martes, 04 de septiembre, 2018
Fernández, Jáckeline
Sin educación las mujeres carecen de herramientas para luchar contra la desigualdad y reclamar sus derechos humanos. Y no sólo se trata de asegurar un salario digno y un empleo decente, el embarazo adolescente y el matrimonio infantil también se relacionan con las oportunidades de estudio de niñas y adolescentes
“La educación es algo más que simplemente aprender. En muchos países permite salvar vidas, especialmente cuando se trata de las niñas. Una niña fuera de la escuela tiene más probabilidades de contraer Sida y más dificultades para sacar adelante a una familia saludable”, Carol Bellamy, Directora Ejecutiva del UNICEF.
En un reciente informe del Banco Mundial denominado “Oportunidades perdidas: el alto costo de no educar a las niñas”, se establece un estrecho vínculo entre el salario y la escolarización de las niñas, indicando que aquellas “que completan la primaria ganan entre un 14 % y 19 % más que las mujeres que no tuvieron acceso a la educación”. Este hecho por si solo debería ser suficiente para que todos los países implementaran programas que garanticen el acceso de niñas y adolescentes a una educación de calidad. Sin embargo, el mismo informe nos dice que “132 millones de niñas, con edades que oscilan entre los 6 años y los 17 años, no asisten a la escuela. Un 75% de ellas son adolescentes”. Esta es la realidad actual. ¿Conocen los países el costo de no educar a las niñas? No solo se trata de procurar que las condiciones de vida de cada una de ellas mejoren, y que el futuro tenga un rostro más amable. Cada niña que rompe el círculo de la pobreza, impulsa cambios importantes en su entorno familiar y en la sociedad. En otras palabras: una niña educada es un motor de desarrollo para la sociedad.
La educación es la respuesta
La UNESCO ha señalado que 758 millones de adultos no saben leer ni escribir. Las dos terceras partes de este impresionante número, son mujeres. Sin duda este es un factor que ha ralentizado el desarrollo, impidiendo que los Objetivos de Desarrollo Sostenible sean algo más que un puñado de buenas intenciones.
Sin educación las mujeres carecen de herramientas para luchar contra la desigualdad y reclamar sus derechos humanos. Y no sólo se trata de asegurar un salario digno y un empleo decente, el embarazo adolescente y el matrimonio infantil también se relacionan con las oportunidades de estudio de niñas y adolescentes.
Por ejemplo, en África, estimaciones de UNICEF indican que el número de niñas casadas pasará de los 125 millones actuales a 320 millones en el 2030. El matrimonio infantil no solo atenta contra la salud física y emocional de las niñas, sometiéndolas a relaciones violentas y exponiéndolas a contraer VIH, sino que las ata indefectiblemente al ciclo de pobreza. Ante la envergadura de estas estimaciones, el Director Ejecutivo de UNICEF, Anthony Lake, señaló: “(…) poner fin al matrimonio infantil requiere un enfoque mayor en llegar a las niñas más pobres y marginadas –aquellas que están más necesitadas y en mayor situación de riesgo– con servicios educativos y de protección de calidad”. La educación de calidad forma parte del Plan de Acción para erradicar esta práctica que socava el derecho de las niñas a ser niñas y no esposas.
En cuanto al embarazo adolescente, la publicación de la UNESCO denominada “Recomendaciones del Sector de Educación de la UNESCO para la prevención de los embarazos precoces y no deseados”, indica que la tasa de fecundidad se reduce en un 10% por cada año de educación adicional. Asimismo, señala que las niñas “tienen 5 veces más probabilidades” de salir embarazadas cuando su nivel de escolarización es bajo. Y es necesario recordar, como lo señala la organización mencionada, que la segunda causa de mortalidad entre adolescentes de 15 a 19 años, son las complicaciones surgidas durante el embarazo y parto.
La educación de calidad es sin duda la herramienta que necesitamos para que nuestras niñas y adolescentes alcancen todo su potencial, impulsando con ello los cambios necesarios para que la sociedad avance.
Nuestra región: realidades que nos retan
América Latina y el Caribe tienen la segunda tasa de embarazo adolescente más elevada del mundo. Según estimaciones del Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas (UNFPA), 66,5 nacimientos de cada mil son de madres adolescentes entre 15 y 19 años. Además, es la única región del mundo donde la tasa de embarazos de adolescentes menores de 15 años va en aumento. UNFPA señala que “las niñas adolescentes sin educación o con solo educación primaria tienen cuatro veces más posibilidad de quedar embarazadas que adolescentes con educación secundaria o terciaria”.
En lo que respecta a la escolarización, el año pasado la campaña para el desarrollo ONE, publicó un listado de países donde ser niña y recibir educación, constituyen un enorme reto. En América esos países son: Haití (puesto 30); Guatemala (31); Honduras (46); Brasil (52) y Bolivia (57). De Venezuela no hubo datos.
“Alrededor de un 75% de los niños y niñas que no reciben una enseñanza primaria en los países en desarrollo son hijos de mujeres que no pudieron ellas mismas ir a la escuela”, de este modo, la pobreza se replica en hogares donde las madres no pudieron acceder al sistema educativo.
El Informe del Banco Mundial indica que un 12% de las adolescentes que abandonan el sistema educativo, lo hacen para cumplir con las labores de cuidado asociadas al rol de la mujer en nuestra sociedad. Mientras que un 25% señala a los problemas económicos como causantes del abandono. Cuando una niña o adolescente interrumpe su proceso educativo, duplica la posibilidad de contraer matrimonio a temprana edad, y aumenta sus riesgos de sufrir violencia de género.
Pero no todos los números son negativos. El porcentaje de niñas incorporadas a la educación primaria es igual al de los niños; en la etapa secundaria, el porcentaje de niñas es mayor que el de los varones en un 5%.
Con estos números en mente, debemos concentrar los esfuerzos en lograr que las niñas culminen con éxito cada etapa educativa, impulsar programas de educación sexual para reducir el embarazo adolescente, exigir la incorporación del enfoque de género en la educación a fin de erradicar paradigmas asociados a las labores de cuidado (entre otros) y recordarle a los Estados constantemente, que la educación es la mejor herramienta para luchar contra la pobreza.
Fuentes:
http://unesdoc.unesco.org/images/0023/002317/231720s.pdf
https://www.bbc.com/mundo/noticias-41588118
http://unesdoc.unesco.org/images/0023/002301/230162s.pdf
http://unesdoc.unesco.org/images/0024/002472/247234s.pdf