Lunes, 28 de agosto, 2017
Red de jóvenes, Red de jóvenes
Resulta vital que los Estados y la comunidad internacional trabajen en pro de brindar justicia y reparación para las victimas de desaparición forzada y sus familiares, no pueden quedar impunes tantas muertes y no se puede pretender dejar atrás partes de la historia de la humanidad sin aprender de los errores cometidos. Los desastres, el dolor y la injusticia deben ser guías para la construcción de un futuro donde no se repitan los mismos errores que provocaron tanto sufrimiento en un principio.
La desaparición forzada es el término utilizado para describir a la acción que genera la desaparición irregular -sin atravesar el debido proceso que devenga en la privativa de libertad- de una persona o grupos de personas y es llevada a cabo con el consentimiento del Estado; esta acción en sus tres elementos constitutivos -arresto, detención y secuestro- es un delito y, en determinadas circunstancias definidas por el derecho internacional, un crimen de lesa humanidad.
En marzo de 2012 es aprobada la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas y en dicha Convención se definen las desapariciones forzadas como:
“El arresto, la detención, el secuestro o cualquier otra forma de privación de libertad que sean obra de agentes del Estado o de personas o grupos de personas que actúan con la autorización, el apoyo o la aquiescencia del Estado; la negativa a reconocer dicha privación de libertad o el ocultamiento de la suerte o el paradero de la persona desaparecida, y, en consecuencia, su sustracción a la protección de la ley.”
¿Por qué desaparecen personas por mandato o ejecución directa del Estado?
La verdad es que la razón para que personas que están ocupando cargos en la estructura estatal decidan desaparecer a otras es primitiva e inhumana, se desaparecen personas que representan una amenaza para sus intereses personales, se desaparecen personas porque las normas y leyes aceptadas por la comunidad internacional y sus sociedades no embisten de ninguna protección a quien desee aprovecharse de sus cuotas de poder para discriminar, silenciar, torturar ni maltratar a otras personas.
Sin importar la excusa o razón que se pueda alegar la desaparición forzada no se puede amparar bajo excepción alguna, ni en caso de guerra, amenaza de guerra, inestabilidad política interna o cualquier otra situación de emergencia pública.
Las personas que son víctimas de desapariciones forzadas suelen tener desenlaces bastantes dolorosos, cuando una persona desaparece bajo estos parámetros generalmente significa que no será vista de nuevo, que no podrá escapar con vida o que si lo hace los procesos y malos tratos a los que fue sometido dejarán marcas permanentes en su vida:
-
43 jóvenes desaparecieron en 2014 en Ayotzinapa - México, 2 años y 11 meses después sólo se han encontrado los restos del cuerpo de Alexander Mora Venancio de 19 años, todavía se desconoce el paradero y la suerte de los otros 42.
-
Durante la presidencia de Augusto Pinochet en Chile, más de 1.100 personas fueron víctimas de desaparición forzada, más de 2.000 fueron ejecutadas extrajudicialmente y alrededor de 20.000 sufrieron torturas en los casi dos decenios de gobierno militar en Chile que presidió el general Pinochet.
-
En España las autoridades se niegan a siquiera investigar los crímenes cometidos durante la Guerra Civil y franquismo, no sólo se abstiene de investigar sino que ponen trabas a cualquier investigación realizada al respecto. Según un informe presentado ante la ONU existen 143.353 expedientes sobre desapariciones durante el franquismo y la Guerra Civil y 2.000 fosas comunes continúan estando sin abrir.
Por estas historias y todas aquellas que ocurrieron -y siguen ocurriendo- alrededor del mundo, resulta vital que los Estados y la comunidad internacional trabajen en pro de brindar justicia y reparación para las victimas de desaparición forzada y sus familiares, no pueden quedar impunes tantas muertes y no se puede pretender dejar atrás partes de la historia de la humanidad sin aprender de los errores cometidos. Los desastres, el dolor y la injusticia deben ser guías para la construcción de un futuro donde no se repitan los mismos errores que provocaron tanto sufrimiento en un principio.