Viernes, 23 de junio, 2017
Buada Blondell , Gabriela
La situación en los centros públicos y gratuitos del Estado no escapa de la crisis ya que según el señor Martínez abandonó el lugar donde habitaba desde hace tres años porque comenzó a ver abuelitos morir de hambre y de infartos prevenibles, sufriendo de afecciones otrora erradicadas tales como escabiosis, tuberculosis y malaria.
No solo la falta de medicamentos para controlar la hipertensión, la necesidad de alimentación balanceada o simplemente el sueño de lograr por fin, un buen vivir después de tantos años de trabajo ha hecho que los adultos mayores tomen las calles para protestar y exigir el respeto por sus derechos en Venezuela. Y es que, la grave crisis social y económica que generó rápidamente la mayor inflación del mundo en estos momentos, desabastecimiento de todo tipo, empobrecimiento generalizado, inseguridad, violencia política, violaciones de los derechos humanos y la falta de garantías jurídicas se ha convertido en un verdadero reto de supervivencia de estas personas que en su mayoría, solo cuentan con una pensión que apenas les alcanza para el pasaje que tienen que pagar los días que salen a comprar comida o a buscar sus medicinas.
Por todo esto, resultan confiables los datos emitidos por el Índice Global de Envejecimiento donde se mostró que Venezuela ocupa el puesto 76 en una clasificación de 96 entre los peores países para envejecer, en relación a la seguridad de ingresos, salud, entorno favorable y competencias.
Innumerables fallas
Los abuelos venezolanos tampoco tienen el derecho de enfermarse, pues no existe un sistema de salud pública óptimo para tratar a las personas de la tercera edad. Las farmacias se encuentran sin medicamentos y cada vez son más las calles invadidas por largas colas de personas de la tercera edad que esperan cobrar la pensión al amanecer.
“Yo vivo en Monte Piedad y hago mi cola desde ayer (martes 20 de junio) para cobrar mañana de primero” (miércoles 21 de junio), dijo el señor Ramón Martínez al responder lo que hacía desde las 10 p.m. sentado en una silla de playa y comiendo un pedazo de pan con vegetales frente al Banco Fondo Común ubicado en Pérez Bonalde, Catia.
La situación en los centros públicos y gratuitos del Estado no escapa de la crisis ya que según el señor Martínez abandonó el lugar donde habitaba desde hace tres años porque comenzó a ver abuelitos morir de hambre y de infartos prevenibles, sufriendo de afecciones otrora erradicadas tales como escabiosis, tuberculosis y malaria.
“Yo salí corriendo cuando comencé a ver como mis amigos morían, les daba sarna y no aguantaban la picazón, ya eran varios los que se infartaban de tanto rascarse”, recordaba el señor al tiempo que decía que no solo el problema es la falta de acceso a alimentos y medicinas, sino que la situación va mucho más allá, pero nadie recuerda que los “abuelos son como los niños” y necesitan atención. El amable hombre finalizó su testimonio con la frase: “no sé cómo sobreviré”.
Una luz que se debe encender
Luis Francisco Cabezas, es Director General de la ONG CONVITE, organización que defiende los derechos de los adultos mayores venezolanos y trabaja por la mejora de sus condiciones de vida y comenta que han implementado planes de emergencia para la atención inmediata a este grupo de personas que especialmente vive en situación de vulnerabilidad, los cuales incluyen la entrega de: medicamentos para enfermedades crónicas, alimentos básicos y especiales (proteicos y multivitamínicos), artículos de higiene y salud (pañales, camas clínicas, centros de cama, entre otros.) y aparatos de autoayuda (bastones, sillas de rueda, muletas).
El activista explica que debido a la crisis agudizada en los últimos dos años la organización se ha visto en la necesidad de solicitar ayuda a la comunidad internacional y a las personas de buena voluntad que se encuentran fuera del país para poner en marcha la campaña de recaudación y así continuar financiando tan importantes planes de atención a una población especialmente marginada y olvidada en Venezuela.
“Los adultos mayores venezolanos están en situaciones realmente lamentables. Cada mes, en promedio, cada adulto mayor pierde 2 kilos de peso corporal, además de no encontrar las medicinas que requiere para tratar sus enfermedades –desde enero de 2017 el índice de escasez de medicamentos para la diabetes se mantiene en un 100%”.
Cabezas señala que es importante que los familiares ayuden a documentar estos casos y desde las organizaciones reportar las ayudas obtenidas ya que la situación en Venezuela es cada día peor. “El colapso podría estar cerca si no se acepta en realidad la ayuda humanitaria” puntualizó.
La deuda crece con los abuelos
De aproximadamente 3 millones de adultos mayores que hay en el país, 900 mil no gozan de una pensión que les permita sobrellevar la crisis de la cual terminan siendo más vulnerables, sobre todo porque no encuentran medicinas, alimentos y no tienen dinero para comprar esos productos. La realidad que viven los ancianos, no se escapa de la violación de sus derechos fundamentales ya que actualmente la pensión que cobra un adulto mayor no cubre sino un porcentaje irrisorio de la canasta alimentaria. Es muy difícil para un adulto mayor vivir sin percibir ningún tipo de ayuda económica.
Es propicio recordar que el Estado todavía no ha aprobado la Ley de Bono de Salud y Alimentación aprobada por la Asamblea Nacional (AN) y tampoco ha cumplido con la promesa hecha desde 2014 de cancelar la bonificación alimentaria, menos el último anuncio de aceptar el apoyo de la ONU realizado en el mes de mayo donde se indicó que se activarían los mecanismos de ayuda y que fue desmentido en días pasado por el representante residente del Programa de las Naciones Unidades para el Desarrollo en Venezuela, Peter Grohmann.
Nuestros adultos mayores necesitan atención y es responsabilidad del Estado tomar medidas urgentes.