Miércoles, 26 de abril, 2017
Gan, Natalia

Según estudios independientes, 93,3% de las familias no les alcanza para comprar alimentos, mientras 72,7% de los encuestados dijo haber en promedio 8,7 kilos de peso en el último año. 8,9% de los niños y niñas menores de 5 años evaluados, presentan desnutrición aguda. Venezuela no fue uno de los países evaluados en el último informe de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura, lo cual no excluye que en Venezuela no esté ocurriendo una crisis alimentaria; solamente no hay información suficiente para asegurarlo. 


“Hace un día y medio que no como nada. Si no puedo comprar algo hoy, voy a ir a la cama sin cenar, otra vez. Voy a tener que hacer que mis nietos duerman temprano así no me piden comida,” testimonio dado por Esperanza, una abuela de 59 años de la ciudad de Guarenas, a Amnistía Internacional.

Personas, inclusive familias enteras, hurgando bolsas de basura en las calles venezolanas buscando algo qué comer. Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Venezuela), 93,3% de las familias no les alcanza para comprar alimentos, mientras 72,7% de los encuestados dijo haber en promedio 8,7 kilos de peso en el último año. De acuerdo con estudios independientes, 8,9% de los niños y niñas menores de 5 años evaluados, presentan desnutrición aguda. Hasta marzo de 2017, se supo a través de la prensa nacional de 13 muertes de niños menores a 5 años de edad por desnutrición.

A pesar de estos indicadores que abruman y alarman, Venezuela no fue uno de los países evaluados en el último informe de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO por sus siglas en inglés), Reporte Global de Crisis Alimentarias 2017.

¿Qué hace la FAO en el Reporte Global de Crisis Alimentarias?

El reporte compila un análisis neutral de inseguridad alimentaria global que sirve de insumo para la planificación apropiada y asignación de recursos. La toma de decisiones, la planificación y la implementación de medidas está a cargo de actores técnicos, operativos y financieros que requieren de información empírica -como la que ofrece el reporte- para abordar las peores crisis alimentarias en distintos países.

Para clasificar la severidad y la magnitud de las crisis alimentarias, la FAO utiliza la Clasificación Integrada de Fases de Seguridad Alimentaria (IPC/CH), un conjunto estandarizado de herramientas que permite contrastar la situación a nivel global a través del tiempo:

  1. Ninguna: los hogares son capaces de satisfacer necesidades alimentarias y no alimentarias esenciales sin recurrir a asistencia humanitaria.
  2. Acentuada: aun con asistencia humanitaria, los hogares registran un consumo de alimentos mínimamente adecuado, pero no puede incurrir en gastos de algunos artículos no alimentarios sin recurrir a estrategias de afrontamiento irreversibles. 
  3. Crisis: aun con asistencia humanitaria, los hogares registran importantes brechas en el consumo de alimentos con desnutrición aguda elevada o sobre lo normal; o los hogares apenas puede satisfacer necesidades alimentarias mínimas.
  4. Emergencia: aun con asistencia humanitaria, los hogares registran importantes brechas en el consumo de alimentos que redundan en desnutrición aguda muy elevada o mortalidad excesiva. 
  5. Catástrofe: aun con asistencia humanitaria, los hogares registran una carencia extrema de alimentos. Se evidencia inanición, muerte e indigencia. 

A partir de la etapa 3, la FAO establece que se requieren acciones urgentes para proteger medios de subsistencia, reducir las brechas de consumo, disminuir la desnutrición aguda, prevenir muertes y salvar vidas.

¿Cuál es la importancia del reporte?

La comunidad global necesita trabajos de análisis y sistemas de alerta temprana que informen sobre riesgos de crisis alimentarias con el potencial de llegar a niveles severos, a fin de prevenir y abordar dichas crisis oportuna y efectivamente para salvar vidas y disminuir el sufrimiento humano.  

La FAO ha configurado el Sistema de Información Global y Alerta Temprana (GIEWS por sus siglas en inglés) que clasifica y actualiza la lista de los países que necesitan asistencia alimentaria externa. Esta lista se divide en tres categorías:

  1. Países con una escasez extraordinaria de producción y suministro de comida;
  2. Falta de acceso generalizado a comida;
  3. Inseguridad alimentaria severa. 

 Los países se seleccionan para el GIEWS con base en ciertos criterios: 

  1. Países que hayan tenido crisis alimentarias agudas, incluyendo aquellos países que hayan presentado 1 crisis en los últimos 3 años, así como los países con 3 crisis en los últimos 10 años. 
  2. Países con reportes e información disponible y pública. 
  3. Países evaluados según el índice de riesgo (INFORM por sus siglas en inglés).  

¿Cuáles fueron los resultados de la evaluación?

Los países en estado crítico que requieren de una respuesta humanitaria L3, que activa la capacidad de la ONU para acelerar la entrega de asistencia y protección son Siria, Sudán del Sur, Irak y Yemén. 

Hay otros países con segmentos de su población en fase 5 de catástrofe, fase 4 de emergencia, fase 3 de crisis para el 20% de su población y fase 3 de crisis para un millón de personas. Estos países son Siria, Afganistán, Burundi, República de Africa Central, República Democrática del Congo, Djibouti, Etiopía, Haití, Camerún, Chad, Niger, noroeste de Nigeria, Lesotho, Madagascar, Malawi, Mozambique, Suazilandia, Zambia, Zimbabue, Somalia y Sudán.

¿Y Venezuela?

En principio, en el año 2017 se habían seleccionado 65 países para ser evaluados de acuerdo con el GIEWS. 

Sin embargo, en Bolivia, Cuba, República Dominicana, El Salvador, Eritrea, Kyrgyzstan, Pakistán, Papua New Guinea, Filipinas, República del Congo, Sri Lanka, Timor-Leste, Vanuatu y Venezuela, no se contó con suficiente evidencia y data, lo cual evitó que el equipo de la FAO produjera estimados aceptables. En consecuencia, los estimados se generaron sólo para 48 países. 

No obstante, Venezuela es incluida en un listado de países que deben quedar en el radar, dado que presentan distintos indicadores de alarma. En el caso de Venezuela, se considera que el empeoramiento de la situación económica puede causar escasez severa de bienes de consumo, incluyendo medicinas y alimentos.

De igual forma, en el reporte se insta a que en los países que no pudieron ser cubiertos en el debido a la falta de data actualizada haya un incremento de la inversión en sistemas de monitoreo de la seguridad alimentaria. 

Falta de información actualizada y oportuna

Lo que puede observarse en el reporte es que no existe data suficiente sobre Venezuela que le permita a la FAO hacer afirmaciones contundentes sobre la crisis alimentaria en el país. 

No obstante, el hecho que no se incluya a Venezuela en las listas de los países con situaciones más alarmantes no excluye que en Venezuela no esté ocurriendo una crisis alimentaria; solamente no hay información suficiente para asegurarlo. 

A la FAO le queda simplemente manifestar su preocupación y recomendar, así sea implícitamante, a Venezuela y a cualquier otro actor relevante que se invierta en la recolección de data confiable y actualizada para hacer un diagnóstico acertado. Las consencuencias de no hacerlo se traducen en la postergación prolongada de medidas oportunas y efectivas que alivien el sufrimiento de las personas cuya alimentación está siendo severamente comprometida.

Si no se recaba información confiable, no se pueden construir políticas públicas que aborden el problema de la alimentación en Venezuela. Y mientras estos pasos no se tomen, seguiremos leyendo la información y presenciando las escenas que tanto nos alarman. Más importante aún, continuará el sufrimiento de las personas más vulnerables.