Martes, 25 de abril, 2017
(EDH), Educación en Derechos Humanos
A propósito del hecho ocurrido el pasado 14 de febrero, donde dos jóvenes liceístas le propinaron una golpiza a una adolescente de 18 años de edad, en estado de gravidez (3 meses de embarazo), se realizo el foro ¿Cómo enfrentar la Violencia Estudiantil en los liceos?, cuya convocatoria fue realizada por el periódico Ultimas Noticias, el día 30 de marzo en la sede del mismo. Los especialistas en el tema de prevención de violencia coincidimos en la necesidad de realizar un trabajo de tipo sistémico, tomando en cuenta todos los integrantes del hecho educativo (padres, docentes, alumnos, personal obrero y administrativo, comunidad) dentro de las instituciones escolares. Es necesario, para que los programas de intervención sean efectivos un enfoque global en el que se le brinde importancia a todos los integrantes de las comunidades educativas y que este trabajo sea sistemático en el tiempo, no solo respondiendo a hechos circunstanciales sino a la práctica diaria en el refuerzo de los valores necesarios para mejorar la convivencia escolar.
Cabe destacar, la necesidad que cada vez más se observa del establecimiento de políticas públicas claras y precisas por parte del Estado frente al tema de violencia y acoso escolar, previo diagnostico de las necesidades detectadas en los distintos centros educativos tanto públicos como privados. Actualmente, existen vacios relacionados con el manejo de situaciones relacionadas con hechos de violencia así como de acoso escolar dentro de las instituciones educativas. Es importante destacar, que en la Ley Orgánica de Protección de Niños, Niñas y Adolescentes (LOPNNA), solo se habla del Derecho al Buen Trato (Articulo 32), sin embargo, no existe precisión dentro del contenido de la misma acerca del abordaje de situaciones de violencia y acoso escolar, tampoco de sus consecuencias.
Es indudable, la relación entre convivencia pacífica y educación en derechos humanos. La educación en derechos humanos, puede considerarse como el principal factor protector frente al tema de violencia en todos los ámbitos tanto escolar, como familiar y social. Necesariamente, el romper la llamada Ley del Silencio, ante hechos conocidos de violencia es lo que permite la no naturalización de este tipo de actuaciones, la posibilidad de hablar frente a hechos de injusticia y de malos tratos es lo que le permite tanto al niño, niña y al adolescente el poder buscar ayuda como primer paso para lograr el cambio en las dinámicas de violencia y contactarlo con su propia valía como ser humano no solo en el ámbito escolar sino en todos aquellos espacios con los que debe contactar a lo largo de su vida.
Es por ello que tanto docentes como padres y representantes, así como todas aquellas personas que sean modelos dentro del proceso educativo, no solo desde el punto de vista académico sino personal y emocional, deben trabajar en brindar herramientas de empoderamiento en derechos humanos tantos en niños como en adolescentes, desde una pedagogía critica, que permita poder vislumbrar y discriminar las violaciones de derechos humanos, buscando el establecimiento de límites ante situaciones abusivas y el resguardo de la dignidad humana. Tanto en el acoso escolar como en casos de tortura, se encuentran involucrados severos procesos de intolerancia, discriminación, negación de la dignidad de la persona y sus derechos, incapacidad de reconocer a la persona como un legitimo otro u otra, inhabilidad empática, todo lo cual se sustenta en prejuicios y estereotipos que buscan hacer daño a la víctima, dejando heridas importantes desde el punto de vista psicológico y emocional que pueden perdurar hasta la adultez, donde pueden observarse trastornos como la depresión, ansiedad generalizada, fobia social, entre otros. Según la Organización Mundial de la Salud, el fenómeno de acoso escolar es un problema que puede considerarse de salud pública a nivel mundial, es por ello que la atención es urgente y debe focalizarse en la búsqueda de alternativas que puedan prevenir su aparición en los ámbitos escolares y mitigar su impacto en la psique de los futuros adultos.
Se hace necesario el establecimiento de protocolos de atención para casos de violencia y acoso escolar dentro de la escuela, evitando la improvisación y en algunas circunstancias la impunidad. Es importante la coherencia al momento de tratar con este tipo de casos, el poder orientar a los niños, niñas y adolescentes, así como a los padres y maestros en la resolución de hechos de violencia dentro y fuera del salón de clases, esto permitirá tener la confianza y la capacidad de ver que toda conducta tiene una consecuencia y visibilizar dentro de la población escolar el establecimiento de pautas claras de convivencia, basadas en el respeto hacia sí mismo y los demás compañeros, trasladando esta experiencia a lo que como sociedad es necesario rescatar: el valor de ser un buen ciudadano.
Las organizaciones y centros educativos así como el papel del Estado venezolano, aun tienen mucho trabajo por hacer con respecto al tema de prevención de violencia y acoso escolar. Son muchas las necesidades que a diario observamos en el trabajo con los centros educativos, en nuestra intervención a través de la facilitación de talleres y dinamicas para niños, niñas y jóvenes así como con los docentes.
Desde el equipo de Educación en Derechos Humanos de Amnistía Internacional, nuestra labor sigue siendo empoderar a través de la formación continua y consistente y a su vez mostrar las experiencias significativas que hemos venido recopilando en todos los grupos a los que les brindamos nuestros conocimientos y herramientas cuyo único fin es el de mejorar la convivencia.
Nuestro reto es poder llegar a todas y todos en una apuesta por un mundo en donde cada persona pueda gozar de sus derechos, fortaleciendo de esta manera, la convivencia pacífica y orientada al respeto a la diversidad y a la aceptación de las diferencias, en una sociedad que reclama el rescate del valor humano. Estamos seguros que lograremos el cambio a través de la formación en derechos humanos, como factor protector en la prevención de todo tipo de violencia.
Escrito por Gladys García Uzcátegui