Lunes, 13 de febrero, 2017
Fernandez, Jackeline
Sin embargo, el panorama está cambiando. Las organizaciones encargadas de levantar estadísticas sobre violencia armada dan cuenta de un alarmante incremento de víctimas femeninas.
“El uso y tráfico ilícitos de armas pequeñas y armas ligeras agravaba las distintas formas de violencia, entre ellas la violencia contra las mujeres y las niñas” Secretario General de la ONU
La violencia armada, definida por el Secretario General de Naciones Unidas como “el uso de armas pequeñas o explosivos, o la intención o amenaza de usarla, contra una persona, grupo, comunidad o Estado, que socava la seguridad humana y el desarrollo sostenible”, ha venido incrementándose en los países de América Latina durante los últimos años. El tráfico ilícito de armas ligeras alimenta este flagelo, reconocido como uno de los más grandes obstáculos para el desarrollo de los pueblos. El Tratado Internacional de Comercio de Armas entró en vigencia el 24 de Diciembre de 2014, después de una larga lucha de numerosas organizaciones, incluida Amnistía Internacional (Venezuela no se ha hecho parte de este Tratado). Un año antes, en Resolución emitida por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, este organismo reconocía la relación entre las armas ligeras y la violencia de género. Si bien es cierto que casi el 80% de quienes mueren por causa de las balas son hombres entre 15 y 35 años, no es menos cierto que las mujeres, madres, hijas, parejas, abuelas de estos hombres también se convierten en víctimas, ya que deben asumir solas el rol como sostén de familia, además de vivir cada día las consecuencias que pueda traer ese asesinato.Sin embargo, el panorama está cambiando. Las organizaciones encargadas de levantar estadísticas sobre violencia armada dan cuenta de un alarmante incremento de víctimas femeninas.
Las balas no discriminan
En un Informe realizado por el Centro de las Naciones Unidas Regional para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (UNLIREC), se señala que: “el mayor número de víctimas de la violencia armada no se da en zona de conflicto sino en contextos exentos de conflictos”. Asimismo indica que el 75% de las víctimas de homicidios por armas de fuego se encuentran en América Latina y el Caribe y en África Central y del Sur. En Venezuela, el Observatorio Venezolano de la Violencia informó que el año pasado la tasa de homicidios se elevó a 91,8%, lo cual convierte al país en el segundo más violento del mundo. Aunado a esto, las estadísticas periodísticas manejadas por el portal Crónica Uno, indican que en 2016, 177 mujeres perdieron la vida por causa de la violencia en Caracas, de ellas 122 por armas de fuego. Estos números incluyen niñas y adolescentes que mueren por causa de balas perdidas, o que son asesinadas simplemente porque los victimarios buscaban a alguien que no encontraron. La vulnerabilidad histórica de las mujeres y las niñas se exacerba en contextos donde la violencia se convierte en un lugar común. Las armas han sido tradicionalmente utilizadas para intimidar, amenazar y obligar a mujeres y niñas a aceptar toda clase de abusos. Un alto porcentaje de mujeres que logran salir del círculo de la violencia señalan que sus exparejas hacían uso de armas de fuego para amenazarlas a ellas o a sus hijos. Por ejemplo, de acuerdo a estadísticas citadas por Maya León para Amnistía Internacional, el 90% de las mujeres que buscaron refugio en Montenegro (2007) habían sufrido esta clase de intimidación.
El enfoque de género en la violencia armada
Cuando la impunidad se convierte en un lugar común, la violencia campea a sus anchas. En el caso de la violencia contra mujeres y niñas, la ausencia de políticas efectivas destinadas a protegerlas contra los abusos, las perfila como víctimas perfectas. Ahora bien, cuando se habla de enfoque de género no se trata de excluir a los hombres, sino de analizar las consecuencias de la violencia armada de manera diferenciada, comprendiendo sus causas y los patrones socio-culturales que la alimentan. Responder a esta necesidad, permitirá a los entes competentes diseñar políticas que brinden resultados efectivos. El mencionado Informe del UNLIREC señala que a nivel mundial hay una tendencia a restar el componente político del término femicidio, considerándolo simplemente como el asesinato de una mujer, esto a fin de posibilitar el levantamiento de estadísticas diferenciadas ante la ausencia de marcos metodológicos bien establecidos, que permitan construir un panorama confiable destinado a fundamentar políticas de prevención.La UNILERC establece las siguientes condiciones como “rasgos comunes” en lugares donde la violencia armada cobra víctimas femeninas en elevado porcentaje:- El porcentaje de tolerancia a la violencia de género es directamente proporcional con el porcentaje de mujeres víctimas de violencia armada;-El victimario suele pertenecer al círculo de personas cercanas a la vìctima;
-Un elevado índice de violencia generalizada propicia un elevado índice de violencia armada contra mujeres y niñas;
-Una tasa de homicidios elevada supone una mayor proporción de mujeres asesinadas;
-Cuando el índice de homicidios no es tan elevado, existe cierta paridad entre víctimas masculinas y femeninas;
-La proliferación de armas ligeras implica un mayor índice de mujeres asesinadas;
-Entre el 60 y el 80% de los feminicidios son cometidos con armas pequeñas; y
-A mayor impunidad, mayor porcentaje de violencia amada contra mujeres y niñas.
En Guatemala y Honduras, el 90% y 79% de los femicidios fueron cometidos con armas de fuego, de acuerdo a lo citado en el referido informe.
La inclusión del enfoque de género en cualquier investigación destinada a levantar información sobre la incidencia de la violencia armada en un contexto determinado, supone el reconocimiento de que la vulnerabilidad de niñas y mujeres es potenciada por la presencia sin control de armas, la impunidad, la violencia generalizada y la discriminación habitual. No es posible alcanzar una comprensión exacta del fenómeno de la violencia, sin incluir esta diferenciación.
En México, se creó el Observatorio Nacional de Violencia Armada y Género en 2011, cuando su tasa de homicidios por arma de fuego era de 15,9. En Venezuela, de acuerdo a lo señalado por la Fiscal General de la República en su Informe 2015, la tasa de homicidios en 2014 fue de 58,1, de los cuales el 82% fue por arma de fuego.
#BastaDeBalas #BastaDeImpunidad
Fuentes:
http://amnistia.ning.com/profiles/blogs/prevenir-la-violencia-armada?context=tag-iansa
http://cronica.uno/57-mujeres-fueron-asesinadas-robo-caracas-2016/
http://www.genevadeclaration.org/fileadmin/docs/newsletter/Geneva-Declaration-Newsletter-01-Spanish.pdf
http://www.poa-iss.org/CASAUpload/ELibrary/S-RES-2117-S.pdf
Imagen: Shutterstock/Varandah