Jueves, 12 de mayo, 2016
Medina, Blanca
En el estado Zulia han existido desde tiempos inmemoriales comunidades indígenas que han convivido en armonía con el ambiente hasta que les fueron despojadas violentamente sus tierras en tiempos no tan lejanos.
El profesor universitario Lusbi Portillo, defensor del hábitat indígena y activista ambiental por el estado Zulia, miembro fundador y coordinador general de la ONG Sociedad Homo et Natura, explica cómo por los años 1900 el territorio de las y los Barí comprendía 1.600.000 hectáreas en el occidente venezolano —hoy día tienen 200.000 —. Este pueblo, que no hablaba castellano y vestía guayuco opuso resistencia contra los ganaderos que de pronto invadieron la zona —descritos como "conquistadores"—, y muchos de sus miembros fueron torturados hasta morir por defender lo suyo.
Desde Pie de Monte a Perijá estaban las tierra de las y los Yukpa que también fueron despojadas poco a poco por ganaderos de La Cañada de Urdaneta, Machiques de Perijá y la Villa del Rosario.
Estos terrenos que podrían haberse considerado unos grandes reservorios naturales se convirtieron en propiedad privada, avalado por las autoridades.
Desde la época de Gómez hasta la actualidad la práctica ha sido la misma, en el Zulia y en muchos lugares de Venezuela.
Según Portillo, no conforme con no respetarles sus tierras, existe una falta de políticas públicas para atender a esas comunidades que se vieron desprovistas de sus medios de vida milenarios. El Ministerio Indígena no tiene en la actualidad ningún proyecto con ellas y los que alguna vez implementaron, como el Proyecto Perijá —que se supone era para potenciar a las y los yukpa —no se adaptaban a su cultura y necesidades reales, puesto que tenían una visión totalmente occidental, y al final fueron abandonados por las mismas autoridades.
La demarcación de los territorios indígenas sigue siendo una tarea pendiente por parte de las autoridades, como denuncia Amnistía Internacional en su último informe sobre el estado de los derechos humanos en el mundo, en el capítulo que dedica a Venezuela. Los esfuerzos que se han hecho en esta materia son muy escasos e incluso inadecuados. En el caso específico del Zulia, Portillo explica que la titularidad de tierras que se les dio a las y los yukpa se limita solo a lo que les habían dejado los ganaderos —avalando todas las masacres que estos habían cometido anteriormente incluido el asesinato del Cacique Sabino —. A 11 comunidades Barí que viven debajo las montañas de la sierra de Perijá no se les ha reconocido su territorio en tanto las tierras que fueron tituladas colectivamente están en las montañas. Así mismo en algunas comunidades se tituló legitimando la presencia de terceros, sin consultar debidamente a las comunidades ancestrales de la zona. Aún no se han demarcado los territorios Wayuú y Añú.
Sin embargo, más allá de los abusos y de la marginalización que han tenido que soportar los pueblos indígenas, quienes frecuentemente se ven obligados a practicar la mendicidad para poder sobrevivir fuera de sus tierras, lo cierto es que el ambiente que les rodea se encuentra seriamente amenazado sin la protección que su presencia les brindaba, lo que afecta la sostenibilidad de las futuras generaciones venezolanas en general.
Arco Minero del Zulia
Existe un plan energético carbonífero que se ha pretendido desarrollar en una amplia superficie del Zulia, desde el río Guasare con la Mina Norte y la Mina Paso de Agua al sur del río y termina al norte del río de Oro. Son 240.000 hectáreas de carbón. Actualmente este plan está paralizado gracias al activismo de ecologistas ambientales e indígenas junto con la Sociedad Homo Et Natura. La extracción de carbón, de por sí dañina para el ambiente, trae consigo su posterior quema para generar energía, una de las energías más ineficientes del mundo, altamente contaminante, por la que países como China sufren de una de las peores calidades de aire del mundo —que se refleja en numerosas enfermedades y la muerte de cientos de miles de personas al año según la OMS —y que colabora de manera exponencial con el efecto invernadero, que trae la desertificación de cuencas hidrogáficas, como de las que depende Venezuela para generar electricidad a través de centrales hidroeléctricas, y para el consumo humano y el saneamiento.
Sin embargo, queda pendiente un proyecto carboeléctrico para generar electricidad en el rió Guasare, en detrimento de otros proyectos más sustentables en la misma zona, como el Parque Eólico de la Guajira, actualmente paralizado, y que está proyectado para generar aproximadamente 10.000 megavatios (podría igualar lo que genera el Guri). Generar electricidad a través del carbón como está pensado afectaría al Rio Socuy que es el que surte en 80% al embalse de Manuelote que lleva agua a Maracaibo, poblados de Mara, San Francisco, La Concepción y El Tablazo. El otro 20% lo surte el río Cachiri pero a este le han sacado la piedras (explotación por grava, piedra y arena), lo que ha menguado su calidad. En esta región tenemos que trabajar mucho por nuestros ríos.
Para activar el proyecto carboeléctrico se necesita un nuevo puerto multimodal donde lleguen enormes barcos post panamax (lo que beneficia a la industria naval y a muchas otras industrias). Dentro de la óptica de la IIRSA (Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional SudAmericana/Eje Andino), dicho puerto sería llamado "Puerto Bolívar". En conjunto se trata de un mega proyecto minero portuario vial, al igual que Puente Nigales, y el nombrado Eje Carretero sobre el Río Limón; proyectos que desde finales de los años 90 vienen proponiendo a los distintos gobiernos sectores empresariales. Para llevar este plan a cabo, ya fue aprobada en primera discusión desde la Asamblea Nacional la Ley Marco para el saneamiento del Lago de Maracaibo y sus Cuencas Hidrográficas, apoyada por organizaciones ligadas a empresarios e ingenieros, es obvio que todos los empresarios van a trabajar en apoyar esta ley. Esta ley es engañosa, el problema del lago no es la sal, porque la sal está asentada, en realidad el Lago de Maracaibo es un estuario y él se regula naturalmente, le entra agua dulce de los ríos y agua salda del mar caribe, con las lluvias y la entrada de agua de los ríos o más bien del río Limón, por lo que es muy pero muy importante reforestar los ríos para que al lago le entre más agua dulce. El lago tiene 12% de agua anoxida, en ese cono entra la materia orgánica y se descompone, si le quitamos la sal al lago igualmente su agua no se podría tomar por los metales que contiene casi el 90% de la cuenca del lago de Maracaibo.
¿Podrá continuar el activismo por el ambiente para poder frenar los desarrollos que lo amenacen —como los planes carboeléctrico en el Zulia —si llegasen a desaparecer las comunidades indígenas que son las que alzan la voz más firmemente por su territorio? Yo lo dudo mucho.
¿Qué se debe que hacer?
- Reforestar y así fomentar el empleo en las comunidades indígenas y campesinas
- Cambiar la cultura agrotóxica por una agroecológica
- Cambiar la energía sucia por energía limpia (reactivar el parque eólico de la Guajira y promover la energía solar)
- Promover y defender los valores materiales y espirituales de los pueblos indígenas del Zulia y la permacultura en los pueblos indígenas y campesinos
- Reactivar y dar mantenimiento a las plantas de tratamiento
- No activar más plantas de carbón
Pero sobre todo, es muy importante el apoyo de la sociedad civil organizada porque nuestra lucha tiene que ver con los derechos humanos de los Pueblos Indígenas, con sus culturas propias, esenciales para el mantenimiento de los sistemas naturales de la cuenca hidrográfica, estamos defendiendo los derechos de los pueblos indígenas y la biodiversidad.
Lusbi Portillo nació en Maracaibo. Cuenta que estudio filosofía para entender a los occidentales y antropología para entender a todos los pueblos indígenas a los que tiene alcance, en 1985 comenzó a trabajar en La Universidad del Zulia, núcleo Cabimas, entonces fue invitado por el profesor José Quintero Weir a un evento para sobre la Laguna de Sinamaica y los Pueblos Indígenas y es cuando dos miembros de la comunidad Barí les cuentan que estaban siendo despojados de sus tierras a orillas del río Aricuaiza en la carretera Machiques-Colon entonces se propuso ayudarlos a defender el territorio, así comenzó su activismo como defensor del hábitat indígena, en aquel entonces fruto del activismo y la defensa del territorio se logró que el gobierno de la época titulara colectivamente a la comunidad indígena afectada.