La comunidad internacional debe intervenir urgentemente y prestar el apoyo necesario para evitar el devastador impacto en las vidas de las personas rohinyás refugiadas en Bangladesh tras el anuncio de los severos recortes de ayuda humanitaria por parte del Programa Mundial de Alimentos (PMA). Así lo ha manifestado Amnistía Internacional hoy, en vísperas de la visita del secretario general de la ONU, Antonio Guterres.
Las entrevistas mantenidas recientemente por Amnistía Internacional con personas refugiadas muestran cómo la comunidad rohinyá se está preparando para el terrible impacto que los profundos recortes de la financiación del PMA tendrán en aproximadamente un millón de personas rohinyás refugiadas en Bangladesh a partir del próximo mes. Según el ACNUR, el 95% de las familias rohinyás dependen de la ayuda humanitaria. Los planes del PMA de recortar a la mitad las raciones de alimentos, hasta únicamente seis dólares al mes para las personas rohinyás refugiadas en Bangladesh, tendrán un impacto devastador en las vidas de estas personas en un momento en el que los recursos ya están al límite. Según un informe publicado en los medios de comunicación, el PMA ha declarado que la reducción de la financiación es resultado de una disminución general de la financiación, sin relacionarla expresamente con la congelación de la ayuda exterior estadounidense ordenada por el presidente Donald Trump.
“La reducción de la financiación agravará la ya desesperada carencia de servicios y suministros esenciales en los campos. Su impacto será aún más grave en las personas refugiadas que más riesgo de marginación y discriminación corren, especialmente los niños y niñas, las mujeres embarazadas y las personas mayores”, ha manifestado Smriti Singh, directora regional de Amnistía Internacional para Asia Meridional.
“La comunidad rohinyá de Cox’s Bazaar tiene pocas alternativas a la ayuda del PMA. Su acceso a oportunidades laborales se ve severamente restringido por el gobierno de Bangladesh, que ha prohibido su movimiento fuera de los campos.”
La reducción de la financiación agravará la ya desesperada carencia de servicios y suministros esenciales en los campos.
Smriti Singh, directora regional de Amnistía Internacional para Asia Meridional
Tras el anuncio del PMA, Amnistía Internacional ha hablado con seis jóvenes rohinyás refugiados en Cox’s Bazaar.
Mohamed Ayes, estudiante de 18 años que llegó a Cox’s Bazaar en 2017 después de una violenta represión por parte del ejército de Myanmar que obligó a más de 740.000 rohinyás a cruzar la frontera con Bangladesh, ha declarado que la ayuda alimentaria prevista podría ser insuficiente para hacer tres comidas diarias. “Algunas personas tendrán que reducir las comidas”, dijo.
Según Mohamed Mirza, de 23 años y voluntario en los campos, con los índices de inflación actuales, los seis dólares al mes sólo bastarán para unas cantidades mínimas de productos básicos como el arroz, las lentejas y la sal, y no quedará dinero para comprar nada más que cubra sus necesidades nutricionales, como leche, huevos, fruta y verdura. “Nos va a afectar muchísimo”, ha declarado.
Amaarah*, voluntaria de 21 años, declaró que, con el programa anterior, cada persona de la familia recibía 13 kg de arroz al mes. Sin embargo, esto ahora se reducirá a unos 10 kg, un mínimo indispensable para la supervivencia diaria.
Los recortes del PMA agravarán la ya de por sí malnutrición generalizada entre las personas rohinyás refugiadas, y pondrá especialmente a las mujeres, los niños y las niñas en un mayor peligro. Casi la mitad de los niños y niñas rohinyás refugiados mostraban señales físicas de malnutrición, incluido el 15% de los niños y niñas de entre seis meses y cinco años: los niveles más graves desde 2017. Según el ACNUR, más del 75% de la población rohinyá refugiada son mujeres, niños y niñas.
El PMA ya había reducido anteriormente, en 2023, la ración mensual, de 12 a ocho dólares por persona. Aunque las raciones aumentaron después de recibir posteriormente financiación adicional, estos últimos recortes probablemente tendrán efectos similares o aún más devastadores. Según UNICEF, en febrero de 2025 ya había un aumento del 27% de los niños y niñas que necesitaban tratamiento para la malnutrición aguda respecto al año anterior, y con los nuevos recortes de ración podría haber más niños y niñas que sufran esta afección potencialmente mortal.
Sumaiya*, de 19 años, dijo: “Todo el mundo pregunta cómo alimentará a sus hijos. Tenemos un enorme agobio […] No podemos arreglárnoslas con menos comida. Si no es bastante para ti, tampoco lo es para nosotros. Todos somos humanos.”
Los hogares cuya cabeza de familia es una mujer sufrirán enormemente a consecuencia de los recortes. Los escasos medios de que disponen las personas refugiadas para generar ingresos se ven aún más restringidos para las mujeres. A consecuencia de ello, las familias encabezadas por una mujer suelen depender de la ayuda alimentaria para satisfacer sus necesidades nutricionales. Según una persona refugiada*, algunas familias encabezadas por mujeres pueden verse obligadas a mendigar para sobrevivir. Otras personas refugiadas que hablaron con Amnistía Internacional señalaron el creciente riesgo de explotación y violencia que esto supone para las mujeres y las niñas, tal como informó el PMA que había sucedido tras los recortes de ración de 2023.
El nuevo anuncio se produce en un momento en el que miles de personas rohinyás refugiadas han llegado a Bangladesh en busca de cobijo frente al conflicto armado cada vez más intenso de Myanmar, que está aumentando aún más la presión sobre los limitados recursos.
La investigación llevada a cabo por Amnistía Internacional desde octubre de 2024 muestra también cómo las familias rohinyás se ven obligadas a compartir los recursos con familiares y otras personas recién llegados de Myanmar, de donde han huido a causa de los enfrentamientos entre el ejército de Myanmar y un grupo rebelde.
Los países donantes deben emprender acciones inmediatas para cubrir los recortes de financiación con el fin de evitar que una situación ya de por sí precaria se deteriore aún más.
Smriti Singh
Mientras tanto, como resultado directo de la congelación de los fondos de USAID, los servicios de atención a la salud de los campos de refugiados de rohinyás también se han visto afectados. Al menos cinco hospitales que dependían de la financiación estadounidense han cesado sus servicios, y 14 centros que proporcionan fisioterapia y otros tratamientos han cerrado sus puertas.
“Los países donantes deben emprender acciones inmediatas para cubrir los recortes de financiación con el fin de evitar que una situación ya de por sí precaria se deteriore aún más. Sin ese apoyo, la población rohinyá, que ya vive una de las peores crisis de refugiados del mundo, se verá sumida en niveles aún más profundos de hambre e inseguridad. Hay que evitar eso a toda costa”, ha manifestado Smriti Singh.
“El gobierno provisional de Bangladesh también debe ratificar la Convención de las Naciones Unidas de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados y su Protocolo de 1967. Debe permitir el acceso al mercado laboral de las personas rohinyás no sólo para garantizar su supervivencia sino también para ayudarlas a salir de la desesperación cíclica y el daño causado por los recortes de la ayuda humanitaria.”
*Se han cambiado los nombres para proteger la identidad.
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