Estados Unidos debe proporcionar urgentemente ayuda humanitaria a como mínimo 8.000 personas sirias desplazadas que se encuentran atrapadas en el asediado y aislado campo de Rukban, bajo el control de facto de Estados Unidos en la frontera de Siria con Jordania e Irak, sin acceso a alimentos, agua potable ni atención médica suficientes, ha manifestado hoy Amnistía Internacional.
La ya grave situación humanitaria que se vivía en el campo se ha ido deteriorando drásticamente en los últimos meses, al endurecer el gobierno sirio el asedio que desde 2015 mantiene sobre el territorio que lo rodea, estableciendo puestos de control que han bloqueado las rutas informales de contrabando de las que dependían quienes viven Rukban para obtener suministros esenciales. El último convoy de ayuda humanitaria al que el gobierno sirio permitió entrar en el campo lo hizo hace casi cinco años, en septiembre de 2019.
El ejército estadounidense opera una base cerca del campo de Rukban y tiene un control efectivo de facto sobre los 55 km de territorio en el que se encuentran la base y el campo. Como tal, y vistas las deficiencias de otros gobiernos en materia de derechos humanos, el gobierno de Estados Unidos tiene la obligación, en virtud del derecho internacional de los derechos humanos, de garantizar que las personas que viven en el campo de Rukban tengan acceso a suministros esenciales.
“Es inconcebible que miles de personas, incluidos niños y niñas, estén atrapadas en un páramo árido luchando por sobrevivir sin acceso a productos de primera necesidad. Las personas que viven en Rukban son víctimas de un brutal asedio del gobierno sirio, se las ha excluido del derecho a acceder a un refugio seguro o han sufrido deportaciones ilegales a manos de las autoridades jordanas ante la manifiesta indiferencia de Estados Unidos”, ha manifestado Aya Majzoub, directora adjunta de Amnistía Internacional para Oriente Medio y el Norte de África.
Se calcula que 80.000 personas vivían en Rukban antes de que Jordania cerrara su frontera en la zona, en 2016. Actualmente la cifra se ha reducido a 8.000, ya que la mayoría se ha ido debido a las terribles condiciones. A pesar de los graves peligros a los que se enfrentan en las zonas controladas por el gobierno sirio, como ser consideradas “terroristas” y ser sometidas a detención arbitraria, tortura, desaparición forzada y otras violaciones de derechos humanos por expresar su oposición al gobierno sirio, decenas de miles de personas no han tenido más remedio que asumir este riesgo. Hoy en día, Jordania continúa deportando ilegalmente a personas sirias a Rukban, a pesar de las condiciones de inhabitabilidad del campo, mientras que Estados Unidos hace pocos esfuerzos visibles para mejorar estas condiciones extremas a pesar de su capacidad para hacerlo.
“El gobierno sirio debe levantar de inmediato el asedio a la zona y permitir que las entregas de ayuda humanitaria lleguen a las personas que residen en el campo. Además, dado que Estados Unidos tiene un control efectivo de facto sobre el territorio en el que se encuentra el campo, debe cumplir con sus obligaciones en materia de derechos humanos y garantizar que quienes viven en él tienen acceso a alimentos, agua y atención médica esencial. Mientras tanto, la comunidad internacional debe trabajar para encontrar soluciones sostenibles para la población del campo, como la reapertura de la frontera con Jordania o el paso seguro a otras zonas de Siria donde estas personas no sufrirían violaciones de derechos humanos”, ha afirmado Aya Majzoub.
Amnistía Internacional entrevistó a nueve personas que viven en Rukban, entre ellas cuatro miembros de su consejo político, una institución creada por iniciativa comunitaria. Todas dijeron que tenían dificultades para conseguir alimentos y agua potable, extremadamente escasos. La poca comida y agua que hay en el campo se vende a precios exorbitantes que la mayoría de la gente no puede pagar. Durante muchos años, los residentes lograron introducir algunos suministros en el campo a través de rutas de contrabando, pero las autoridades sirias ahora han bloqueado incluso estas rutas sin proporcionar una alternativa para acceder a asistencia vital.
“Nuestros hijos se mueren. Ayer, un bebé murió de desnutrición. Tenía tan sólo 21 días. Hace un mes, otros dos recién nacidos murieron”, contó a Amnistía Internacional Mohammad Derbas al-Khalidi, miembro del consejo político.
Ante el sufrimiento implacable, Estados Unidos puede y debe hacer más para resolver la devastadora crisis humanitaria de Rukban.
Aya Majzoub, Amnistía Internacional
“Estoy muy cansada. Económicamente, anímicamente y en todos los aspectos. No puedo conseguir una hogaza de pan para mis hijos en todo el día”, dijo Ruqaya, que vive en el campo.
Las viviendas de Rukban, de adobe y muy básicas, no ofrecen protección contra los insectos o el clima extremo del desierto.
“En invierno, el clima es seco y muy frío. Utilizamos bolsas de plástico y periódicos para mantenernos calientes en casa. No podemos comprar combustible”, contó Nidal, miembro del consejo político.
El campo carece de instalaciones médicas adecuadas y no tiene médicos. Sus habitantes dependen de un centro médico con un reducido personal de enfermería, pagado por Estados Unidos, que no está cualificado para realizar cirugías.
“Hay personas que fueron a zonas controladas por el gobierno para recibir tratamiento y no regresaron. La última persona que se fue, Fahd Muhammad Al-Harawi, de 30 años, casado y con tres hijos, […] fue detenido en Homs y desapareció”, relató Nidal.
En los últimos meses, dos mujeres embarazadas necesitaron cesáreas y sus bebés murieron, dijo a Amnistía Internacional el director de la oficina de prensa del campo, y añadió que, en mayo, al menos 500 niños y niñas sufrían de ictericia.
Amnistía Internacional habló con una ex enfermera del campo, que afirmó: “También ha habido casos de varicela y sarampión con fiebre alta, especialmente entre niños y niñas, y es muy difícil encontrar en el campo medicamentos para la fiebre. No tenemos paracetamol [analgésico y antipirético] y lo necesitamos mucho. Tampoco hay leche maternizada para los bebés. Se alimentan con leche de cabra, que no es adecuada para ellos.”
La mayoría de las personas que viven en el campo huyeron a la zona hace unos diez años para escapar de la violencia infligida por las fuerzas sirias y rusas y sus milicias afines, así como por el Estado Islámico. Muchas formaban parte del movimiento de oposición de Siria o habían desertado de las fuerzas de seguridad sirias.
Estoy muy cansada. Económicamente, anímicamente y en todos los aspectos. No puedo conseguir una hogaza de pan para mis hijos en todo el día.
Ruqaya, residente en el campo
Según ha documentado Amnistía Internacional, entre 2017 y 2021, el punto de mira de las autoridades sirias se centró específicamente en las personas repatriadas desde Rukban, a muchas de las cuales sometieron a detención arbitraria, desaparición forzada, tortura y otros malos tratos. Mohammad Derbas al-Khalidi, miembro del consejo político de Rukban, contó que a las personas que fueron a zonas controladas por el gobierno se las sigue arrestando, son reclutadas por la fuerza por las fuerzas del gobierno sirio o se les impide regresar a sus pueblos.
Otro miembro del consejo político dijo que las personas que viven en el campo se mostraban reacias a abandonarlo porque allí están a salvo de las fuerzas gubernamentales sirias y sus milicias afines, gracias al control que el ejército estadounidense ejerce sobre la zona.
Así se lo contó a Amnistía Internacional: “Ahora lo están pagando. Es seguridad a cambio de comida.”
Según Mohammad al-Fadil, miembro del consejo político, Jordania sigue deportando a unos 100-150 sirios y sirias al campo de Rukban cada año. Según sus cálculos, más de 1.400 personas sirias que están en las cárceles jordanas se hallan bajo órdenes de deportación y corren peligro de ser trasladados al campo de Rukban.
Amnistía Internacional habló con dos sirios que habían sido deportados a Rukban en abril de 2024.
“[Las autoridades jordanas] me vendaron los ojos, me ataron de pies y manos y me llevaron al campo de Rukban. ¿Qué hicimos para merecer esto? Me golpearon en los ojos y en la cabeza. No nos querían en Jordania, de acuerdo, pero hay algo que se llama compasión, misericordia. Soy un ser humano como ustedes”, dijo uno de los hombres, que afirmó que las autoridades jordanas lo habían deportado a Rukban por discutir con unos hombres jordanos que estaban pegando a sus hijos. Contó que fue deportado a Rukban con otros nueve hombres sirios en 2024.
“Tengo cinco hijos en Jordania. Lo único que quiero es vivir como cualquier ser humano. ¿Adónde voy a ir? Si voy a Siria, mi vida corre peligro. En el campo de Rukban, moriremos de hambre. Nos han prohibido regresar a Jordania. Amnistía Internacional ya había documentado anteriormente la deportación por las autoridades jordanas a Rukban de al menos 16 personas refugiadas sirias, incluidos niños y niñas de entre 4 y 14 años, el 10 de agosto de 2020.
Devolver a personas refugiadas a lugares donde corren peligro de sufrir graves abusos o violaciones de derechos humanos infringe el principio de no devolución (non-refoulement), consagrado en el derecho internacional. El gobierno jordano debe cumplir con su obligación internacional de proteger a las personas refugiadas y abstenerse de obligar a los ciudadanos y ciudadanas de Siria a regresar a su país.
Desde 2016, el ejército estadounidense opera la base militar de Tanf, situada a unos 16 km de Rukban, y ha tenido el control efectivo de facto de la zona donde se encuentran el campo y la base militar. En un artículo de 2019, Robert Ford, exembajador de Estados Unidos en Siria, afirmó que Estados Unidos ha mantenido el control sobre esta zona y ha rechazado a otras fuerzas que intentaban entrar en ella, como sucedió en mayo de 2017, cuando aviones estadounidenses atacaron un convoy de fuerzas sirias e iraníes que se habían acercado a Tanf.
A pesar de ello, Estados Unidos parece haber eludido todas sus responsabilidades para con quienes viven en el campo de Rukban, y sus intervenciones han sido mínimas. La base militar estadounidense emplea a unos 500 hombres del campo de Rukban. Ha brindado ayuda esporádica a quienes viven en el campo, incluido un horno de pan, harina y combustible, así como atención médica en situaciones excepcionalmente raras, según los residentes, pero no ha garantizado asistencia regular para abordar necesidades críticas.
Estados Unidos tiene capacidad para hacer mucho más, incluido prestar asistencia esencial para salvar vidas. Aviones militares estadounidenses vuelan regularmente a la cercana base de Tanf con suministros y personal.
En 2023 y 2024, la Syrian Emergency Task Force (SETF), con base en Washington, transportó ayuda para el campo utilizando el espacio disponible en los aviones de carga del ejército estadounidense que se dirigían a la base de Tanf. Una vez allí, el personal de tierra de la SETF transportaba la ayuda desde la base al campo de Rukban. Estas operaciones demuestran que Estados Unidos no solo controla el territorio, sino que también tiene los medios para proporcionar ayuda humanitaria.
“Ante el sufrimiento implacable, Estados Unidos puede y debe hacer más para resolver la devastadora crisis humanitaria de Rukban. Tiene la responsabilidad de hacer efectivo el derecho de las personas que viven en Rukban a tener cubiertas necesidades básicas como la alimentación, el agua y la atención médica ”, declaró Aya Majzoub.
Tags: Siria, Derechos Humanos, Seguridad Humana, Libertad de expresión.
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